el autobús de laredo es una vieja chatarra pero por suerte hay mucha menos gente, así que mi mochila tiene espacio de sobra en el maletero. esta vez ando más despierto y subo rápido al autobús para coger la primera fila. como siempre, está ocupada por un par de maletas, seguramente del conductor. bueno, la segunda fila también está bien. me quito los zapatos, abro la mochila y me hago el dormido. el teatrillo surte efecto y cuando nos ponemos en marcha ya puedo asegurar que tendré los dos asientos para mi solo, al menos para el trayecto a matehuala, que es el más largo de todos. el autobús sale con más de una hora de retraso. según el itinerario, debimos haber salido a las 11_55pm (pm de puntualidad mejicana). son las 1_15am.
laredo es un pueblo que tiene una mitad en cada país. visto de otra forma, podría decirse que existen dos laredos: laredo texas y laredo méxico. en medio de ambos, la frontera. según nos comenta el chófer, a los autobuses no suelen pararlos a no ser que sospechen de alguien en particular. nosotros debemos llevar algún sospechoso, porque nada más pasar el semáforo verde que hay situado en la misma frontera, un soldado con un arma indica al conductor que debe detenerse. el conductor nos advierte de que tengamos preparados los permisos. yo no sé nada de permisos, así que me imagino que la cosa no irá conmigo. no obstante, estoy buscando el pasaporte cuando un policía sube al autobús y pregunta si alguien va a pedir un permiso de inmigración. nadie responde.
-abajo todos -grita el policía con voz soberbia-. agarren todas su cosas.
bajamos en orden aunque se nota el nerviosismo en casi todos los pasajeros. salta a la vista que son gente humilde que hará lo que le digan, sea lo que sea. yo hago exactamente lo mismo que todos los demás -¿qué otra cosa iba a querer hacer?-, quiero pasar desapercibido. cogemos el equipaje del maletero de autobús y, siguiendo las indicaciones de un soldado, entramos en una pequeña habitación, una especie de garita minúscula. la mitad del espacio está ocupado por una mesa donde un soldado empieza a expedir permisos. me pregunta el porqué de mi viaje a méxico y el lugar de origen. rellena el formulario con letra ilegible y lo sella.
-van a ser 20 dólares americanos.
por suerte aún tengo algunos dólares. ni siquiera he tenido la oportunidad de cambiarlos. solucionado el asunto del permiso, nos pasan a una amplia habitación donde hay una cinta de rayos x. dos soldados, apostados cada uno a un lado, nos indican que pongamos el equipaje sobre la cinta. mientras lo estoy haciendo, se acerca un policía y comienza a cachearme. nota debajo de mi camiseta algo extraño. es la pequeña mochila donde guardo la documentación, tarjetas de crédito, libro de vacunas y el resto de papeles importantes. me pide que me desnude, asi que me quito la camiseta. queda satisfecho. me pide que le siga y me señala un semáforo apagado. tiene un botón negro y me hace un gesto para que lo pulse. no le entiendo y le pregunto que qué quiere que haga, que si quiere que pulse el botón. claro, es es justo lo que quiere que haga. aprieto el botón, que hace que se encienda la luz verde del semáforo. está bien, puedo irme. buenas noches. dos días más tarde, hablando con igor, me comentará que ese semáforo se pone verde o rojo de forma aleatoria. si cuando pulsas el boton te sale el rojo, la has cagado. te hacen sacar todo lo que lleves en la mochila. y no te digo nada si has pasado por la puerta de "nada que declarar" y te encuentran cualquier cosa. entonces tienes problemas. pueden echarte encima toda la mierda que quieran. me alegro de que se encendiera la luz verde. me alegro de que el funcionario haya olvidado sellarme el pasaporte.
finalmente salimos a la calle donde tenemos que esperar. junto a nosotros, en una jaula permanece tumbado un pastor alemán que nos mira con aburrimiento mientras bosteza y estira sus patas delanteras, cansado ya de ver siempre los mismos gestos de nerviosismo y terror. acumulamos ya dos horas de retraso cuando nos volvemos a poner en marcha. me acomodo en mi sillón lo mejor que puedo, pensando en que al lado de esto, las butacas del tren me parecen la suite nupcial de un hotel de 5 estrellas. por delante, 8 horas de viaje a través del desierto mejicano hasta matehuala.
no sé bien como ha sido, pero durante la noche hemos recuperado el tiempo perdido y ya no acumulamos ni un minuto de retraso. he dormido toda la noche casi de un tirón, y es que me las ingenié para tumbarme ocupando 3 asientos del autobús. mis piernas cruzaban el pasillo para apoyarse en la butaca del otro lado, formando una especie de puente de carne y hueso. también ayudó las tres biodraminas que me tomé justo antes de comenzar el viaje. cuando despierto, estamos a punto de llegar a matehuala. se trata de una vieja estación con poco movimiento. bajo a estirar las piernas y me siento junto a un puesto ambulante de burritos. son las ocho de la mañana y lo último que necesita mi estómago es un auténtico burrito mejicano, pero eso impide que me lo pida. pregunto a la chica si aceptan dólares americanos, y me dice que sí, pero que me los compra a 10 pesos el dólar (en cambio real es 14 pesos el dólar). teniendo en cuenta que no tengo pesos, me veo obligado a aceptar. también tengo que aceptar que soy un gringo en estas tierras que mucha gente tratará de aprovecharse de mi lo que pueda. el burrito está realmente sabroso. me lo como sin pestañear. nada más dar el último bocado, se produce un intento de invasión de sentimiento de culpa, pero como estaba preparado para ello, la invasión es debidamente abortada. mi estómago resiste bien. volvemos a la carretera.
las horas pasan lentas, entre el calor asfixiante y el quejumbroso ruído del autobús. el paisaje monótono del desierto invita al sueño, y el continuo sopor en el que estoy sumido da al viaje un aire de irrealidad. pierdo la noción del tiempo y no tengo ganas de escribir. ni siquiera tengo ganas de escuchar música. sólo quiero que vayan pasando los kilómetros y lleguemos pronto a la capital. tengo la intención de buscar un alojamiento y pasar el resto de la tarde descansando, quizás leyendo o escribiendo. sumido en mis pensamientos no me fijo en que el autobús ha reducido la velocidad hasta casi pararse. descorro las cortinas y puedo ver que hemos parado junto a una venta mejicana. se trata de una terraza llena de mesas y sillas donde almuerzan un par de docenas de personas. pienso que es un lugar muy pintoresco y colorido. la venta está presidida por una gran barbacoa donde un cocinero asa trozos de pollo embadurnados en una salsa naranja que les confiere un aspecto irresistible. junto a él, dos muchachas de rasgos indios se afanan el cocinar tortitas de maiz. de una gran palangana azul sacan un trozo de masa, le dan forma de esfera con unos movimientos de mano mecánicos, y las aplastan con una prensa de madera. el resultado es una tortita pegajosa que ponen inmediatamente a dorar en la plancha. sobre una encimera, cinco o seis cuencos llenos de diferentes rellenos para las tortitas: arroz, pollo, ensalada, picadillos, queso. hay moscas por todos lados. de las columnas que sujetan el toldo que cubre la terraza cuelgan decenas de cráneos de vacas de largos cuernos, dando al lugar un toque de autenticidad irrefutable.
una señora no ha dejado de ofrecerme comida desde que pisé el suelo de tierra del local. me indica dónde está el baño, dando por hecho que necesito usarlo, aunque no es así. no obstante me acerco con la intención de lavarme las manos, pero descubro que el escusado es en realidad una pestilente letrina. río al ver que, a pesar de todo, mantienen la diferencia entre el escusado masculino y el femenino. decido no lavarme las manos porque lo único que hay es una palangana llena de agua sucia.
vuelvo al lugar donde las muchachas preparan las tortitas y les pregunto si tienen quesadillas. por supuesto que las tienen, que tontería. siempre me ha gustado mucho la comida mejicana, especialmente las quesadillas. me recuerdan los años más felices de mi vida. en un plis plas tengo delante un plato de corcho con una quesadilla recién hecha. la devoro en pocos bocados, a pesar de que el queso caliente me quema el paladar.
me he sentado a la mesa con duncan, que se ha pedido unas fajitas y me pide que le acompañe, que en otro tiempo habría dado cuenta de todas ellas, pero que ahora su estómago no se lo permitiría. lo hago encantado, porque la quesadilla no ha hecho otra cosa que despertarme el hambre. pasamos media hora comiendo y charlando. tiene una conversación agradable cuando consigue moderar sus insaciables ganas de hablar sin parar. antes de volver al autobús, me doy un paseo por entre las tiendas de alrededor, donde se muestran piezas de cerámica con aspecto de haber sido hechas por las manos expertas de alguien dos siglos atrás.
el autobús continúa su camino, pero a medida que avanzamos ya puede verse un cambio en el paisaje. el desierto ha quedado atrás dejando sitio a un decorado de polígonos industriales y fábricas de chimeneas humeantes. estamos cerca de san luis de potosí. ni siquiera me bajo del autobús, no tengo ganas de estirar las piernas. vuelvo a tener hambre, quiero que nos vayamos. salimos. dos horas más y volvemos a parar, estamos en querétaro. por fortuna, la siguiente parada es méxico city.
la ciudad de méjico tiene 25 millones de habitantes. es la segunda más grande del mundo, así que se pueden hacer una idea de la extensión que puede tener. o quizás no se la hagan. les diré que desde que empezaron a verse las primeras chavolas del cinturón exterior de la ciudad hasta llegar al centro de la ciudad ha pasado más de una hora. cualquier aspecto de cualquier ciudad se multiplica por mil en méxico city. las favelas se extienden por las faldas de las montañas que rodean la ciudad. la autopista tiene cada vez más coches. pronto podré comprobar si la leyenda sobre el caos circulatorio es cierta. la autopista tiene 6 carriles tan estrechos que cuando nos adelante un camión podría tocarlo con mi mano. al final de una recta observo como el carril derecho está ocupado por media docena de grandes camiones detenidos. a medida que nos acercamos se pueden ver a varias mujeres que suben y bajan de los camiones. son putas. un sector del carril derecho de la autopista de entrada a méxico city por el norte se usa para que los camioneros vayan de putas.
me llaman la atención que los carteles de los negocios se hacen usando pintura directamente sobre la pared. prescinden de neones o carteles luminiosos. encuentro que algunos de ellos son auténticas obras de arte, aunque la mayoría sean cochambrosos mensajes desconchados. días más tarde, alguien los definirá como contaminación visual.
llegamos al fin a la gigantesca estación del norte. me bajo el primero y voy directo a por mi mochila. estoy como loco por salir de allí y llegar al centro, conseguir un cama y dormir. tengo que pelearme con el conductor porque se mueve tan lento que creo que va a provocar que pierda los papeles. me alegro de no tener un bate de beísbol cerca. comprueba que la etiqueta del equipaje coincide con la del billete que le he dado. no queda satisfecho y me pide una muestra de saliva para hacer un análisis de adn. no puedo evitar meterle prisa y se enfada. me disculpo, me cuelgo mi mochila y me largo. hago una breve parada en la oficina de información turística, donde un espíritu celeste me cuenta algunas de las cosas que debo saber de la ciudad. se apena de que sólo vaya a estar dos días. decido sacar el billete de autobús a guatemala, de esa forma puedo desentenderme. mientras espero en la cola, saco la cámara de vídeo para grabar algunas tomas de la estación.
-¿qué está haciendo con esa cámara señor? aquí no se puede grabar.
-lo siento mucho, no sabía nada -me disculpo mientras la apago y la guardo.
no me ha oído porque antes de que empezara a hablar ya estaba dando aviso por el walkie talkie. cuando termina se larga sin mirarme siquiera. en menos de un minuto, dos policías vestidos de negro se acercan. uno de ellos debe de medir casi dos metros y el otro no debe de llegar a 1,60. me recuerdan al duo sacapuntas, y pienso que sus compañeros de la comisaría deben de haber aprovechado el filón para mofarse a gusto.
-¿qué estaba haciendo señor? -me pregunta el pulga.
-me estaba grabando. estoy haciendo un documental -respondo mientras pienso la forma en la que torturaría hasta morir a la maldita hija de puta chivata.
-¿tiene usted permiso?
-acabo de llegar, no sabía que hacía falta permiso. en cuanto me lo han dicho, he dejado de grabar.
-aquí no se puede grabar sin permiso.
-lo siento, no sabía nada.
se van sin decir nada, aunque ni siquiera tengo tiempo de tomar aire cuando vuelven.
-¿me enseña lo que ha grabado señor? -inquiere el pulga. el linterna ni siquiera me mira; se limita a ejercer un descomunal poder de intimidación.
-claro, han sido solo unos segundos, mire.
-¿lo borra por favor?
-ahora mismo.
no tengo ni puta idea de como se borra un fichero. la cámara la compré unas semanas antes, y las pocas veces que he borrado lo he hecho conectando el aparato al ordenador. navego por los menús buscando la opción de borrar. me tiemblan las piernas y creo que balbuceo al tratar de explicarle que estoy haciendo un viaje y que estoy grabando en todos los sitios donde voy y algunas gilipolleces más. noto como el pulga empieza a ponerse nervioso. mira alternativamente a la cámara y a mi. no hay más que ver su cara para saber que no ha manejado una cámara digital en su vida, y que se encuentra casi tan incómodo como yo. decido aprovechar esa circunstancia, para tirarme un farol.
-ya está -le digo resoplando-. estas cámaras modernas son cada vez más complicadas -añado mientras pienso que no debí haber añadido nada.
-está bien señor. no vuelva a grabar sin permiso.
-no lo haré.
se van. creo que la cabeza me va a estallar. mientras estaba con el dúo sacapuntas, la gente se ha ido colando, y ahora tengo tres personas delante. me gustaría quitarlas de ahí a guantazos. estoy seguro de que la cabeza me va a estallar. después de cinco minutos ya sólo me queda una persona a la que están a punto de terminar de atender. ya me toca cuando oigo una voz a mi espalda que casi hace que me de un infarto.
-disculpe señor, necesito que me diga su nombre.
esta vez está sólo el pulga, que me mira fijamente. está nervioso, como yo.
-pedro -repondo.
pasan dos segundos de silencio durante los cuales me digo a mi mismo que soy gilipollas, que si me ha preguntado el nombre es porque quería saber mis datos, y voy yo y le digo que me llamo pedro. ¡hay que ser estúpido! ¡pedro! ¿pensabas que quería saber tu nombre para invitarte hacerse colega tuyo? la has cagado pero bien chaval. ¿se puede ser más mentecato?
-está bien señor.
se va. el pulga se ha largado. esta vez no me atrevo a respirar y le sigo con la mirada. se encuentra con el linterna, cruzan un par de palabras, y se marchan. se piran, se pierden, se abren, se quitan del medio, se largan. es mi turno. saco mi billete y huyo literalmente de la estación. en la puerta hay una boca de metro en la que me introduzco bajando las escaleras sin tocarlas. el espíritu celeste me ha señalado las paradas donde tengo que bajarme, así que voy directo a la taquilla, saco mi boleto (aún con los nervios tengo tiempo para sorprenderme de que solo valga 2 pesos, unos 11 céntimos de euro al cambio) y vuelo por los pasillos. las señalizaciones están tan claras que me muevo tan rápido como el nativo más experto. por aquí, por allí, bajo escaleras, tuerzo, giro, avanzo y llego al anden. el tren llega enseguida y me abre sus brazos. entro.
el metro de méxico df es un hormiguero. las estaciones son enormes y los vagones están atestados de gente. no pasa un minuto sin que entre el vagón algún vendedor de cedés de música o un pedigüeño. como en cualquier gran ciudad, son ignorados sin ningún pudor. el corazón me late muy rápido, en parte por el miedo a la policía y en parte por la carrera que me he dado con una mochila de una tonelada en la espalda. me busco un rincón, me descuelgo la mochila (que pongo entre mis piernas) y arrugo la cara para asegurarme que no la tengo de pardillo. alguien me toca por la espalda con el dedo. es como si hubiera hecho doble clic en mi hombro. me giro y veo a un niño de pelo negro que sin decir nada me señala el reloj.
-son las 7_30h -le respondo con más educación de la que hubiese querido.
-deme el reloj, jefe -me dice en un tono que hace que me cueste distinguir si me lo está pidiendo o me lo está exigiendo.
-no puedo, lo necesito para saber la hora.
-démelo pues.
-no puedo
es mi última palabra. giro la cabeza y le doy la espalda.
-veremos -oigo cerca de mi oreja.
trato de disimular el escalofrío que siento y no hago nada. le ignoro completamente. la mezcla de miedo, enfado y cansancio hacen que piense: "a tomar por culo, que le den". al fin llega mi parada, en la que me bajo rápidamente, sin siquiera colgarme la mochila a la espalda. me paro en el andén, que está lleno de gente y espero a que la masa empiece a subir las escaleras para comprobar si el niño me sigue. no lo hace claro, aunque durante el resto del día tendré la absurda sensación de estar siendo vigilado. salgo a la superficie y me encuentro con un día gris en una enorme plaza. a un lado está la catedral y al otro el palacio nacional. está llena de gente que se mueve sin parar, todo es muy ruidoso. me paso una hora dando vueltas buscando un sitio donde dormir. pregunto en algunos hoteles, pero basta que alguien en la entrada me abra la puerta y me de las buenas tardes para que lo descarte. al final logro dar con lo que busco, un sitio de mochileros. el ambiente es joven y sano, tienen internet, desayuno y cena incluídos y sólo cuesta unos 9 euros al cambio. el problema es que sólo pueden darme una noche, y yo necesito dos, pero eso ahora da igual, necesito descansar. unos minutos de papeleo, subo mis cosas a la habitación y subo a la azotea a cenar.
la azotea del edificio tiene un chiringuito con una gran terraza. tiene vistas a la plaza de la constitución y la catedral, que luce preciosa iluminada en la oscuridad. mientras pico algo típico mejicano conozco a igor, alejandro y carlos.
igor es un chico de mi quinta, vasco, despierto, inquieto. tiene un bonito proyecto de viaje por centroamérica, que espera que dure unos cuatro meses, aunque no tiene fecha de caducidad. vive una situación que le permite poder alargar la aventura si quiere. bastan unos minutos de charla para darme cuenta de que se trata de alguien que tiene una forma de pensar muy cercana a la mía. creo que los motivos que nos impulsan a viajar son básicamente los mismos. después de la cena tengo que volver a buscar dónde dormir la noche siguiente, pero al cabo de un par de horas vuelvo a la azotea. los chicos están en una mesa bebiendo. me alegro de verles y no me ha dado tiempo a sentarme cuando alejandro ya me ha puesto un tequila. tienen al menos dos botellas, unos cuantos vasos y un cuenco lleno de cubitos de hielo.
-¿cómo te gusta el tequila?
-me da igual, como lo estéis tomando vosotros.
-te preparo dos, por si acaso.
-genial
por un lado me llena un chupito de tequila añejo, y por otro me prepara una copa con tequila blanco, agua con gas y un chorrito de refresco de limón. me explica que la única manera de evitar la resaca al día siguiente es no usar bebidas dulces mezcladas con el tequila.
-el tequila te lo tomas solo, o como mucho lo mezclas con agua y limón. nada de colas, naranjas ni chingadas.
alejandro es un joven de chiapas. según mis cálculos, sus hombros medirán más o menos lo mismo que la distancia que he recorrido en los últimos 3 días. tiene la cabeza rapada al cero, los brazos de he-man y una sonrisa de dientes claros y brillantes. se dedica a trabajar como guardia de seguridad y su sueño es llegar a ser policía federal. durante toda la noche está pendiente de que a nadie le falte bebida. a poco que tu vaso haya bajado un poco, álex te lo rellena y brinda contigo.
la juerga continúa, tequila tras tequila, conversación tras conversación. hablamos de chiapas, de españa, de viajes, de mujeres. durante toda la noche va y viene gente que se sienta con nosotros: jonathan un inglés pureta con la riñonera llena de libretas con notas del libro que quiere escribir, daniel el australiano, my la sueca de belleza espectacular, un grupo de chicas de guadalajara, guapas y tímidas. todos bebemos, brindamos, nos reímos, nos hacemos fotos, intercambiamos correos y promesas de visitas en el futuro. la noche es perfecta, y cualquiera que llega es calurosamente invitado a la mesa. bebo hasta emborracharme y caigo en la cuenta de que al final no he descansado. después de un viaje de tres días, no hay nada como una juerga de tequilas en una azotea de distrito federal rodeado de desconocidos con los que te sientes conectados de alguna forma.
la noche avanza y la gente se retira. el toque de queda del hostel es a las 2, pero hace ya un buen rato que hemos pasado esa hora. al final quedamos igor, alex y yo. apuramos las botellas y tranquilizamos al personal de seguridad que viene a echarnos.
-ya nos vamos, jefe.
son más de las 3 de la mañana y estoy borracho de tequila, de gente, de sensaciones, de cansancio. se me ha pasado el miedo; la policía mejicana y el chorizo del metro me suenan tan lejanos como el día de mi primera comunión.
bajo a la habitación, escalo la litera y doy una patada a las sábanas que se encuentran perfectamente dobladas al pie de la cama. caigo redondo. es la primera noche en meses en que mi último pensamiento antes de dormir no tiene que ver con ella. i'm coming home.
miércoles, 24 de junio de 2009
viaje a méxico city, df
Publicado por
Torrance
en
14:00
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15 comentarios:
...La ultima frase que has escrito es la que más me gusta...BIEN. Bentornato, Pedro..
La última frase es interesante para aquellos que no te conocemos, pero me quedo con el semáforo. ¡Hay que hacerse con uno! Es de los inventos más útiles que he visto en mi vida... bueno, eso o tirar una moneda al aire o el piedra, papel, tijeras. ¡Mola! que el de frontera te diga ¿piedra, papel o tijeras?
Leo con alegría la última frase, bien Pedro, bien, es hora de ir dejándola a un lado en el desván de tus pensamientos, porque olvidar, nunca se llega a olvidar.
Te fijaste en la marca del semáforo, hay que pilar uno
Al final ¿follaste o no?
Con lo facil que hubiera sido comprar botellas de tequila....
Me parece a mi que tus lectores solo han leido la parte final....en de ve.....
Por cierto mi padre tambien esta engachado a tu blog, Y TE MANDA RECUERDOS.
CUIDrATE Y UN ABRAZO desde MALAGA (el MEJOR SITIO DEL MUNDO) e o no?
coño... que de vueltas por europa y por el mundo para llegar a una noche sin pensar...
¿Te han contado lo que son los somniferos? ¿Has probado a darte un golpe fuerte en la cabeza y perder la memoria? ¿Has probado a que te lobotomizen?...
Ya en serio, me parece genial... qué bonito se ven los toros desde la barrera.
Lo bueno de todo (aunque sea desde la barrera) es que el tiempo todo lo cura. Sólo hace falta, exclusivamente, conocerse lo suficiente a uno mismo para asegurarse dosis de optimismo hasta que pase el temporal. ¿No es cierto que después de una gran tormenta, el sol brilla y calienta más de lo normal?. Pedro, a empezar a tomar el sol ;)
Debajo de las sábanas estaba él... le miró desafiante y le soltó: "Te he dicho que me des el reloj!". Entonces hizo lo único que podía hacer... darle el reloj y decirle que le despertara cuando suene la alarma. Había hecho un amigo para toda la vida. O al menos mientras durara la pila.
valen, guay :)
bachiller, el semáforo es la caña. yo creo que los funcionarios mexicanos lo tienen trucado para que siempre salga verde y así se ahorran curro. estos pendejos son unos genios a la hora de no dar un palo al agua. jejejej
juan, guay y como decía j.b. toshack: "no comments" jejeje
javi, al cabo de la vejez he descubierto que lo mejor olvidar es el alcohol!! como ves, acabo de inventar la rueda... xD
anónimo, el sol está bien... pero es que algunos no podemos vivir sin tormentas ni tormentos. :P
FranciX, JAJAJAJJ A AJA JJA JAJ AJ AJ A JAJ A JAJ A JA JAJ AJ AJ AJ AJ A JAJ A JAJ A JAJ AJ AJ AJ AJ AJ A JAJ AJ AJ AJ AJ A JJA J AJAJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ A JA JAJ J AJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ A JAJ AJ AJ AJ AJ A
me van a echar del cyber por tu culpa!! JAJAJAJ AJ AJ J AJ AJ J A JAJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ J AJ AJ AJ AJ AJ JA JAJ AJ AJ A JAJ A JA JA JJ AJ A JA JA JA JAJ A JA JAJ AJ AJ A JA JA JAJ AJ AJ AJ AJ AJ A JA JA JAJ AJ A JAJ AJ A JAJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ AJ A JA JA
sergio, con el coñazo de post que me ha salido, no me extraña que se hayan ido directamente al final jejejeje. últimamente me están saliendo así de largos, así que temblad. un saludo al sr. manuel de mi parte, y hala madrid! un abrazo para ti, y si algún día encuentro un sitio mejor que málaga te lo diré. por ahora, ni se acercan.
Vaya chico me he incorporado tarde a tu blog, pero decirte que es la caña, ya estoy casi al día, estoy leyendo algunos post anteriores y lo último pa no perderte la pista, ;)
Parece que tu viaje empieza a ayudarte en tu paz interior,... o solo era el principio de una monumental resaca después de todo el tequila que te metiste... jeje. Saludos y a seguir bien.
Sugerencia: Divide los post en cachos más pequeños, aunque sea por capítulos (I, II, III...), así es más fácil comentar todo.
PD: Espero deseoso que nos cuentes la experiencia con las fresas con nata, esperando que no acabara en un coma diabético.
Hola Pedro.
Sólo una cosita... cuidadín con las promesas de visita que te hacen los mexicanos. Los españoles somos tontos y nos da vergüenza cumplirlas, pero eso no les pasa a ellos, ve haciendo sitio en tu casa para que se te llene de visitas mexicanas. Hablo por experiencia.
El semáforo es la caña, pero me consta que también se pone en rojo (por suerte el aduanero que nos tocó nos dijo que nos cambiáramos de semáforo y nos tocó verde, pero allí había una pobre familia con niños pequeños dormidos en la propia cinta de equipajes, abriendo todas las maletas, y lo peor no es abrirlas, lo peor es que lo revuelven todo y a ver quién es el guapo que vuelve a cerrarlas). Creía que ya lo habían eliminado de las fronteras, pero debe ser sólo del aeropuerto del df.
Besos
Otra cosilla... je je je, los post así de largos no están mal. Lo he leído en el trabajo, a cachitos, mientras esperaba a que compilara el proyecto, o que el puto ireport respondiera (no se por qué puñetas va así de mal en mi equipo) y la verdad es que ha mejorado mi ánimo, no me he peleao tanto con el equipo, creo que hasta estoy diciendo menos tacos... je je je je
Mierda... vuelvo a escribir con mayúsculas, con lo que me había gustado prescindir de ellas... je je je
Más besos
mmhhh...empieza a pensar donde harás tu puesto de avituallamiento, porque con eso de ser "papirofléxico" y tal, no dormir y tantas emociones, en las afotos tienes mas mala cara que ya si tal.
Quédate en un sitio un par de dias y duerme, descansa, que todavía queda trecho.
Bueno, el Fali ya es la segunda vez que te pide calma. Yo creo que no te vendría mal, que todavía queda mucho.
Y yo ya debería estar durmiendo pero aquí estoy.
Un beso.
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