sábado, 18 de julio de 2009

cairns

día 13 de julio del año 2009 de vuestro señor

cuando comprueba que no opongo resistencia, el policía afloja la garra con la que me sujeta y finalmente me suelta. me explica que no puede haber equipajes sin vigilancia en el aeropuerto, y le entiendo. además de la posibilidad de que me lo roben, está la paranoia terrorista. cuando llegamos al sitio donde dejé mis mochilas, el policía me da los buenos días y se marcha. al menos no me ha echado un sermón.

la cola de mis compañeros de viaje se reduce ya a un par de chinos. en dos minutos está liquidada, y es entonces cuando la rubia se acerca a mi.

-disculpe la espera señor. no ha sido posible embarcarle en este vuelo, las normas de inmigacion japonesas son muy estrictas. le he reservado plaza para mañana, en un vuelo que sale un poco más tarde y que llega a tokio a las ocho de la tarde. por supuesto, esto no le supone ningún coste adicional.
-ok -respondo sin saber muy bien qué decir.
-le veo mañana.

necesito sentarme a asimilar lo que ha pasado y las posibles consecuencias. la rabia, que pronto deriva en furia asesina, no me ayuda. tengo ganas de ponerme a gritar y a putear a la rubia, a su jefa y al presidente de australia, pero soy lo suficientemente racional como para saber que yo soy tan culpable de la situación como el que más, y en el fondo sé que todo esto no va a suponer ningún problema, que no es más que un ligero retraso y que al fin y al cabo sólo son unas vacaciones. de la furia paso a la frustación y de ahí a la resignación cuando compruebo que el aeropuerto se ha quedado completamente desierto. hay que ponerse en marcha. salgo a la calle y me encuentro con un día magnífico. a pesar de estar en invierno, el clima del norte de australia es excelente en estas fechas. luce un sol brillante y la temperatura es muy agradable. los pajarillos cantan y las nubes hace tiempo que se levantaron. el aeropuerto es pequeño y con poco movimiento, asi que no hay nadie en la calle, ni un miserable taxista. por fortuna, en cairns tienen el mismo sistema de búsqueda de alojamiento que tenían en sidney, así que con un par de llamadas ya tengo a un tipo recogiéndome en el aeropuerto. este ha venido expresamente a por mi. se llama bob y tiene pinta de surfero. no suele venir personalmente a recoger a la gente, de eso se encargar el shuttle que tienen contratado; lo ha hecho porque se ha puesto en mi lugar entiende que ando algo perdido.

aunque bob no ha sabido decirme cuántos habitantes tiene, cairns parece una ciudad pequeña. las calles recuerdan a las calles del paper boy, el viejo juego de ordenador. casas pequeñas seguidas, con el buzón en la puerta y todas rodeadas de árboles y plantas. apenas hay coches en la carretera, así que llegamos en menos de diez minutos. el lugar es una especie de conjunto residencial pequeño. tiene una entrada que deriva en un patio interior, lleno de flores y plantas, rodeado por casas de dos plantas con terrazas de madera azul. en el patio, una barbacoa y algunas mesas de picnic al abrigo de enormes sombrillas. en la calle hace calor, pero dentro del patio se está fresco. la sombra de las casas y la vegetación hace que sea un sitio muy agradable. creo que he acertado eligiendo.


después de instalarme, lo primero que hago es pedirle a bob que me ayude a salir de allí. necesito una conexión a internet y una impresora. no hay problema. en unos minutos tengo mi reserva de ferry impresa. la rubia ya tiene su papelito. son las dos de la tarde y ya tengo los deberes hechos, así que sólo me queda relajarme.

-creo que te vendrá bien relajarte, pedro -me dice bob.
-estoy de acuerdo. voy a ponerme el bañador y a probar esa piscina que he visto al entrar.

en la parte frontal de la casa hay una pequeña piscina de piedra, adornada con enormes rocas y plantas, emulando una piscina natural. está rodeada de hamacas, sillas y mesas, y desde que entré estoy deseando probar. el agua está helada, pero no importa, tengo muchas ganas de darme ese baño y tumbarme al sol, aunque sea por unos minutos. no creo que me desintegre si estoy unos minutos al sol, sólo hasta secarme. empiezo a quedarme dormido, y es entonces cuando recuerdo que la noche anterior no pegué ojo. dios, esto es perfecto. sólo oigo pájaros cantar, el sol me calienta la cara y he logrado poner mi cerebro en modo hibernación. voy a pegarme una siesta como nunca se vió otra, una siesta a la australiana. va por tí, rubia.


casi dos horas depués me despierto sin saber dónde coño estoy. una ducha, me arreglo y me voy a pasear. el hostel está a cinco minutos del paseo marítimo. cuando llego me soprende que no haya playa. en vez de eso, me encuentro con una ciénaga. tierra negra llena de todo tipo de fauna que se adentra unos 50 metros en el océano. mi baño en el pacífico vuelve a quedar pospuesto.


el paseo es realmente hermoso. el suelo es de madera, y está rodeado por cesped y vegetación. en el paseo se suceden campos de gente jugando al beach volley, gente corriendo, pistas de skate, bikers, rollers, tipos tirándose fresbees, tipos pasándose una pelota de futbol australiano, dando patadas a una bolsita de agua, tomando el sol, leyendo, jugando con el perro; me siento como si estuviera dentro del california games, como si estuviera en un anuncio del ministerio de turismo australiano. todo el mundo es guapo, está moreno y viste poca ropa. al final de paseo, una enorme piscina rodeada de césped y arena de playa hace las veces de mar a tres metros del mar. estoy en la zona más turística, rodeado de tiendas, cervecerías, pubs y discotecas. creo que cairns sería un buen sitio para unas vacaciones de sol y juerga.


he pasado una tarde agradable, y el mosqueo de no poder subir al avión queda atrás. decido volver cuando llevo un buen rato arrastrando los pies de cansancio y he tropezado varias veces con las grietas del asfalto. antes de irme saco algo de dinero del cajero para pagar el autobús de vuelta al aeropuerto y comprar algo de comida en el supermercado. en el hostel me han dado un ticket que vale por una cena en un steaks & ribs que tiene muy buena, pero hay demasiada gente y no tengo ganas de esperar. me vuelvo al hostel y ceno fruta. son las siete de la tarde y ya estoy metido en la cama, medio muerto. steve, uno de mis compañeros de habitación no puede creerlo.

-pensé que los españoles os acostábais después de medianoche -me suelta el cachondo.
-estoy muerto tío.

steve es de londres, pero su madre vive en torrevieja. él lleva 6 meses viajando por australia. pongo el despertador a las 8.30h, aunque ni yo me creo que vaya a necesitarlo. el shuttle que me lleva al aeropuerto pasará a recogerme a las 11.15h, así que tengo todo el tiempo del mundo para descansar. pongo los ventiladores del techo y abro las ventanas, permitiendo que la brisa mueva las cortinas. fuera no hay ni un sólo ruido, el silencio es total. hago las cuentas de cabeza, pero creo que el día de hoy es exactamente el ecuador de mi viaje, contando con volver a españa un día antes de incorporarme al trabajo. "hace un siglo que estaba en nueva york" es mi último pensamiento antes de caer dormido mientras steve toca la guitarra y un tipo rubio con la cara llena de pendientes hojea una revista porno tirado en su cama.

3 comentarios:

Julia dijo...

¿Tienes cena de gratis y pasas?
Por lo menos fue para dormir, pero el dormir no alimenta (o eso dice el pediatra de mi niña, que las abuelas no tienen razón).
Me han gustado las antípodas.

Sergio dijo...

¿Se puede ojear una revista porno??? pues no lo sabia, lo que estoy aprendiendo en este viaje hio.

Por cierto ahora que dices lo del pendiente, me han llegado unos muy monos para caballeros, ya te los muestros cuando vengas y me compras alguno que esta la cosa mu mal.

CUIDATE Y VE SACANDO EL CUCAL QUE YA QUEA POCO.

Javier Ortiz dijo...

se ha quedado igual de interesante que el post anterior... solo que este es el post de cuando el rubio de los pendientes SE LO FOLLA!!

Si hasta tiene la banda sonora de Steve tocando la guitarra... sólo falta que nos lo muestre codificado, para que sea una peli porno de las de verdad....

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