esperamos a que el autobús arranque con destino a medellín y valeria se acomoda en su asiento. nos sentamos juntos, pero acordamos que yo me cambiaré de sitio si encuentro otra plaza vacía, de forma que ambos tengamos más espacio para descansar. mientras la gente va llenando poco a poco el autobús, me pongo a pensar en el cúmulo de casualidades que se han tenido que producir para que yo esté ahora en este autobús de turbo con ella.*** DESARROLLAR ESTA PARTE EN EL LIBRO ***: desde luego, de haber estado solo, la aventura del darién hubiese sido totalmente diferente, e incluso pongo en duda que lo hubiese conseguido yo solo.
cuando finalmente partimos, el autobús tiene varios sitios libres en la parte de atrás, así que agarro mi ordenador y me traslado.
-te dejo sola, valeria. me voy allí atrás a escribir un rato. descansa.
-merci -me dice medio dormida.
a veces, sin darse cuenta, valeria me habla en francés. más tarde me confesaría que le cuesta hablar en inglés o español cuando está muy cansada, y esta aventura ha sido larga e intensa. el hostel de panamá y el desayuno con cameron quedan lejanísimos. han sido muchas horas de ajetreo continuo, de incertidumbre y de borrachera de sensaciones. ambos tenemos la piel quedama por el sol caribeño.
el autobús parece cómodo, y el hecho de que haya sitios libres hace presagiar un viaje cómodo en el que poder recuperar fuerzas para lo tenemos por delante. sin embargo, no tardaremos mucho tiempo en darnos cuenta de que sólo sse trata de una ilusión. solo se necesitan diez minutos de camino, unos cuantos kilómetros, para darnos cuenta de que la carretera que une turbo con medellín es una carretera al infierno. atraviesa todo un macizo montañoso, por lo que se trata de un camino serpenteante y estrecho. el piso está en un pésimo estado, lleno de boquetes y zanjas que el conductor trata de evitar invadiendo el carril contrario. continuamente pude ver desprendimientos de tierra sobre el carril derecho, que al carecer de arcén se ve expuesto al resultado de la erosión de la lluvia en las paredes horadadas de la montaña. también es habitual ver algunas ramas de los muchísimos árboles que rodean el camino, un arañazo a la montaña.
el conductor, un tipo menudo con un fino bigote con el que hemos estado charlando antes de salir, es un tipo experimentado, así que no tiene ningún problema en ir a mucha más velocidad de la conveniente, dadas las circunstancias. fuerza el motor del autobús al máximo en las continuas subidas y bajadas, apurando las curvas hasta el último instante, volando por encima de los baches y adelantando a camiones sin pensarlo dos veces. llueve a mares, y los continuos relámpagos hacen que pueda admirar las espectaculares vistas de las montañas colombianas. pienso en los escaladores que dio al ciclismo este pais en los ochenta y noventa. desde luego, me resulta imposible usar el ordenador. ni siquiera puedo mantenerlo sobre mis rodillas, porque a cada bache, a cada tumbo, a cada curva sale disparador buscando el techo del autobús.
la noche transcurre y no pierdo la esperanza de que sea algo temporal, de que las montañas sólo supongann la primera parte del viaje, pero no es así. yo estoy sentado en la última fila del autobúś, junto al pestilente baño que no deja de ser visitado por una chica. hasta ocho ocasiones he podido contarle. ahora entiendo por qué el conductor nos repartió pequeñas bolsitas de papel al comenzar el viaje. entonces me extrañó, porque era la primera vez que lo veía desde que empezó mi viaje, pero ahora queda aclarado. no consigo dormir. desde hace dos días tengo los tobillos tremendamente inflamados y me arden. valeria me explica que es acumulación de líquidos en los vasos linfáticos.
-ocurre cuando pasas mucho tiempo sentado, sin ejercitar los gemelos. la gravedad hace que los líquidos se queden en los pies. la solución es ponerlos en alto o andar.
apoyo los pies en la cabecera del asiento de delante, pero la postura es incómoda. no obstante sigo así porque me preocupa que aún tengamos muchas horas por delante. quiero solucionar el problema cuanto antes, aunque sea a costa de mi sueño. tengo frío. desde que llegué a centroamérica he podido comprobar que el aire acondicionado de los autobuses siempre está demasiado alto. en las líneas de lujo incluso reparten mantas. yo he perdido mi vieja chamarreta, compañera de viajes. la dejé olvidada en una de las muchas fronteras que he cruzado, y sólo llevo encima una camiseta. empiezo a tiritar, mientras sigo en la incómoda posición y el autobús sigue dando tumbos de un lado a otro. por el pasillo, varias botellas van y vienen totalmente fuera de control. de vez en cuando, algún pasajero que visita el baño, y cuyo paseo por el pasillo se convierte en una odisea. el conductor hace sonar el claxon continuamente, dando a entender que no tiene intención de apartarse si se viera en una situación comprometida. en el techo lleva unas cegadoras luces blancas e intermitentes, de esas que se usan en las discotecas, que le sirven para ser fácilmente reconocido. las usa cuando está adelantando para avisar que ha invadido el carril contrario. yo no sé qué hacer para entrar en calor. en un intento desesperado, enciendo las luces de lectura de los asientos de alrededor, pero lógicamente eso no sirve de nada. pienso en ir a sentarme con valeria, que duerme calentita debajo de su saco de dormir, pero decido no molestarla, necesita descansar. me pongo de pie en el pasillo, agarrado con ambas manos a las barras que hay a lo largo del portaequipajes para poder mantener minimamente la verticalidad, cosa que consigo a duras penas. doy saltitos con los que espero empezar a ganar algo de calor, pero no tardo en darme cuenta (bastan un par de golpes en la cabeza) de que es demasiado peligroso: necesito ir a baño, pero en estas circunstancias es impensable manterse de pie sujetándose con una sola mano, y ni se me ocurre sentarme en la taza del váter, no tengo vacunas suficientes. la música pachanguera de fondo no deja de sonar y está cada vez más alta, lo que añade aún más delirio a la situación. me encuentro totalmente desbordado y vuelvo a sentarme a pedir que se acabe el viaje cuando antes.
después de ocho horas, al fin entramos en medellín. son las 6 de la mañana y todo ha pasado. doy gracias a dios por el atasco de entrada a la ciudad que obliga al conductor a levantar el pie del acelerador. está nublado y estoy molido, pero estamos donde planeamos hace ahora un siglo.
-lo logramos, valeria.
-hemos sobrevivido a "le bus de la morte". si no te mata de mareo, te mata de sueño y si no te mata de un golpe cuando estás en el baño -me responde valeria.
-give me five!
martes, 7 de julio de 2009
le bus de la morte
Publicado por
Torrance
en
22:47
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8 comentarios:
¡Cómprate un jersey! no te nos vayas a resfriar ahora.
Tú has estado borracho perdido montado en la típica atracción de feria conocida por todos como "la olla" y de la misma borrachera tienes alucinaciones de que ibas en un autobús por esas carreteras. No te digo
cierto pedro, pishita comprate un jersey o sudadera que no creo que te cuesten mucho por esos lares!
con un poco de retraso, la verdadera historia del viaje a capurganá: http://porquestaporahi.blogspot.com/2009/07/llegada-capurgana.html
y no te olvides de rellenar la encuesta!!
Give me five!!!!!! je je je...eso lo hacemos molto mi peque y yo, si tienes ocasion dale a Valeria un give me five de nuestra parte.....ok?
Un abrazo brother y comprate un jersey ya, no te vayas a resfriar y no es plan.
¡VIVAN LOS AIRES ACONDICIONADOS A TO PETATE!
¿Cuando leeremos que te tiras a Valeria????
ah, que no lo leeremos...
que si eso ocurre no lo cuentas.... y si no ocurre, tampoco...
Así que si no lo cuentas, podemos dar por hecho que ya ha habido tema. ¿no?
Umm eso no demasiado privado como para contarlo aquí?, además si, no lo contaría aunque le metieras astillas por debajo de las uñas, eso fijo. Por cierto, Pedro, mira que te dije que te llevaras lomo, XD estás esmirriaooo XDDD
Pd - me empiezo a plantear seriamente que te vas a hacer de alguna organización pro derechos humanos y no vas a volver...jajaja
Pues sí, un jersey, una chaquetilla, un "jargo".
Para la próxima vez que vayas aprende de Valeria, necesitas un saco de dormir para los trayectos en autobús.
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