-despierte señor, tienen que bajar de autobús. no olviden llevar todas sus pertenencias -dice una voz que me suena a ultratumba.
hemos llegado al paso fronterizo entre costa rica y panama. son las cinco menos cuarto de la mañana, lo cual quiere decir que he pasado las casi 6 horas de viaje durmiendo. necesito mucho cansancio acumulado para conseguir dormir 6 horas en autobús en el que viaje con compañera. ni siquiera me desperté cuando el autobús redujo su marcha hasta pararse. en el autobús todo el mundo está confuso y algunos ni siquieran han llegado a despertarse aún. bajamos en silencio cargando con nuestras mochilas y seguimos un camino que no se sabe bien quien marca; somos como ovejitas dormidas. en unos minutos ya hemos formado una cola de bostezos y desperezamientos. alguien asegura que las taquillas no las abren hasta las 6 de la mañana, así que tenemos por delante una bonita hora para disfrutar del bonito paisaje de camiones aparcados, sucias casetas barro y perros. panama exige que cada cual gestione su pase de forma individual, por lo que la empresa de autobuses no puede ayudarnos en esta ocasión.
mientras espero, le doy vueltas a asunto del cruce la frontera de panama con colombia. sigo sin tener clara la estrategia a seguir, y entretado el tiempo pasa. creo que confío demasiado en mi capacidad de improvisación. también estoy pensando en reducir gastos. no llevo un control muy exhaustivo (de hecho no llevo ningún control), pero creo que estoy gastando demasiado. sólo llevo 25 dólares americanos en el bolsillo, y no hace tanto que saqué 300 del cajero. el autobús tiene más europeos que de costumbre. hay dos puretas alemanes de pelo largo y canoso y un grupito de 5-6 mochileros jóvenes. no parece que viajen juntos, creo que sólo están juntos circunstancialmente. probablemente yo debería estar ahí con ellos, pero hoy no tengo ganas de entablar ningna conversación, así que sigo sentado en el suelo haciendo un nudo con las piertas y escuchando música. aún así, me fijo en ellos. uno de los del grupo ha sacado de la mochila la guía lonely planet de centroamérica, la misma que tenía rob. quizá pueda serme de ayuda para cruzar la frontera. me acerco y le pregunto si me la presta durante unos minutos, explicándole lo que quiero hacer. él me cuenta que ellos (se refiere a él mismo y a un amigo) piensan coger un avión, que es la forma más sencilla, aunque cara). yo le respondo que no tengo claro lo que haré. es entonces cuando me comenta que una de las chicas del grupo, que viaja sola, está más o menos en la misma situación que yo. le doy las gracias y me acerco:
-hola. ¿vas a ciudad de panamá?
-sí, pero solo estoy de paso. tengo pensado ir a lima para quedarme allí un par de meses.
se llama valeria, es suiza, tiene 22 años. es guapa, habla cien idiomas y estudia medicina. ha pasado el último año en managua haciendo prácticas. me cuenta que se decidio por la medicina porque tiene claro que quiere conocer el mundo, no quiere quedarse toda la vida en el mismo sitio.
-todo el mundo necesita un médico. en cualquier parte del mundo donde quiera ir van a necesitar un médico, así que ejerceré una profesión que me permitirá ir donde quiera y pagarme la estancia trabajando. mi sueño es poder aprender y practicar algún día la medicina tradicional china. es fascinante -me cuenta con la cara iluminada de ilusión.
-es admirable que con 22 años tengas tan claro lo que quieres hacer. yo a esa edad no tenía ni idea. fue tanto así que dejé pasar los años sin decidir qué tipo de vida quería hacer. cuando tú no tomas esas decisiones, alguien las toma por tí. al final llega un día en que te preguntas si la vida que llevas la has elegido tú o no, y lo que es peor, te planteas la pregunta de si es la vida que quieres llevar o no.
-¿a qué te dedicas?
-soy ingeniero informático. como tú dices, en todos sitios se necesita un médico pero... ¿quién necesita a un ingeniero informático?
reímos. después de hablar de los planes de vida a largo plaza, tratamos de concretar un poco más. valeria me cuenta la idea que tiene para cruzar la frontera y me cuenta exactamente una de las opciones que manejaba. ella, como yo, no quiere está interesada en quedarse en panamá ni en colombia. lo único que quiere es llegar a ecuador. le propongo que pasemos esta pequeña aventura juntos, y me responde que estará encantada. yo también. el plan viene a ser más o menos el siguiente. llegamos a la ciudad de panamá y buscamos la forma de llegar a un pequeño pueblecito que hay cerca de la frontera llamado puerto obaldía. ahí debemos tomar una lancha que nos cruce la frontera y posteriormente un barco que nos lleve a cartagena, en colombia. de cartagena ya podremos tomar un autobús a bogotá y en bogotá otro autobús a lima. ella se queda allí, y yo sigo al sur. suena bien, aunque ninguno de los dos tenemos claro si funcionará. para empezar, no sabemos llegar a puerto obaldía. la noche antes estuve buscando algo de información y no encontré ningún autobús que llegara. la forma más fácil es tomar un avión; por lo visto son bastante baratos, aunque no sabemos la frecuencia con la que salen los vuelos. a partir de ahí, buscar los barcos es pura improvisación.
mientras hacemos estos planes hemos resuelto la primera parte del papeleo del cruce de la frontera. la parte de costa rica no pone ningún impedimento, cruzamos la frontera a pie y llegamos a la ventanilla de panamá. el funcionario no tiene un buen día.
-necesito que me enseñe su boleto de vuelta y 600 dólares.
-no tengo boleto de vuelta, sólo estaré en panamá de paso hacia colombia.
-pues entonces debe enseñarme la reserva del avión a colombia.
-no tengo ninguna reserva, aún no sé cómo iré a colombia.
.pues si no tiene eso no puede pasar señor.
trato de razonar con él un rato más, pero la gente de la cola empieza a impacientarse y lo dejo. le cuento todo a valeria y le pido su opinión. ella no sabe qué hacer.
-ven, busquemos a los tipos de ticabus, seguro que tienen que conocer una forma de hacerlo.
encontramos al chófer del autobús y le contamos la situación. me dice que lo único que se lo ocurre es vendernos un billete de vuelta. sería pagar 35 dólares por un billete que nunca usaremos. no nos gusta la idea, claro. nos dice que podemos pagar el billete y posteriormente, al llegar a panamá, devolverlo en las oficinas de ticabus. nos reembolsarían en 50% del valor del billete. siguen siendo 18 dólares. estamos un buen rato explicándole que no necesitamos el billete, y que no tenemos dinero y cien cosas más. la mayor parte del tiempo hablo yo puesto que a valeria le cuesta un poco hablar en español, aunque lo hace bastante bien. después de mucho insistir, el tipo de ticabus cambia de opinión y decide ayudarnos.
-ven a ese hombre de la camiseta naranja, es el jefe de aquí y es amigo mío -nos dice con susuros de espía.
le llama discretamente y le habla con tanto disimulo que podría pensarse que están planeando matar al presidente. le cuenta nuestra situación. el hombre de la camisa naranja asiente y nos pregunta. volvemos a contarle la película y no parece quedar totalmente satisfecho. es un quiero pero no puedo. nos pide los pasaportes (todo el mundo quiere ver mi pasaporte) y nos pide que le enseñemos 500 dólares. afortunadamente le sirve con las tarjetas de crédito. tiene nuestros pasaportes en la mano y se da golpecitos en la barbilla con ellos mientras piensa qué hacer. el aire de misterio y clandestinidad me pone nervioso. por un momento pienso que está esperando un soborno y le pregunto a valeria en silencio:
-¿crees que está esperando una propina?
-no lo sé.
yo dudo, pero decido no hacer nada. tratar de sobornar a un funcionario de aduanas tiene que ser un delito grave, y paso de arriesgarme por ahorrarme 20 dólares. finalmente, acepta. le pasa nuestros pasaportes al chico de la ventanilla y le dije algo al oído. el chico asiente, los sella y nos los devuelve. ya son nuestros.
-creo que lo hemos hecho muy bien -me dice valeria.
-estoy de acuerdo. yo creo no lo hubiéramos conseguido si no es por tí?
-¿por qué lo dices? ¿porque soy una chica o algo así? -me recrimina algo ofendida.
-no, no es eso. lo que quiero decir es que si yo hubiese estado solo, probablemente hubiera pagado los 35 pavos. pero al tener alguien a mi lado, intento buscar otra solución, no sé. en parte por mi y en parte por la otra persona. no sé.
-si, creo que te entiendo -me sonríe mientras desaparece de su cara el leve gesto de enfado.
buscamos al tipo de ticabus que nos presentó al jefe de la camiseta naranja y le damos las gracias.
-señor, muchas gracias por su ayuda.
-¿han conseguido sellar sus pasaportes?
-si, y ha sido gracias a su ayuda.
-no es justo que tengan que comprar un boleto que regreso si no piensan regresar.
-es cierto, no es justo, pero eso no parecía importarle demasiado al señor de la ventanilla. gracias de nuevo.
-a la orden.
-¿cómo se llama? -le pregunto mientras le ofrezco mi mano.
-rogelio romero para servirle -responde dándome un apretón.
-pedro galán. encantado de conocerle.
ya sólo nos queda que nos registren las maletas. nos llevan a una habitación redonda, de paredes amarillentas que algún día fueron blancas y llena de gente cansada. la atmósfera está cargada y dos ventiladores tratan en vano de refrescar el ambiente. le digo a valeria que nos hagamos los remolones y esperemos al final. eso hacemos y funciona. cuando nos toca el turno el funcionario ya se ha hartado de revisar maletas y mochilas y nos dice que adelante, que todo está bien. le sonrío a valeria y ella me responde con un guiño. subimos al bus; valeria se va a su sitio y yo al mío. me doy cuenta de que he perdido mi vieja chamarreta que me hacía de cojín. la echaré mucho en falta. ya estamos en panamá.
aún debemos cruzar medio país para llegar a la capital, ciudad de panamá. no tardaremos mucho puesto que son buenas carreteras, anchas y rectas. puedo permitirme dar unas cabezdas mientras oigo música, aunque en una de estas noto que el autobús se para en una cuneta. el azfato nos comenta que es una avería sin importancia, que se soluciona en media hora. aprovechamos para bajar a estirar las piernas y a charlar con él. nos cuenta que hace mucho que se dedica a esta profesión, y calculamos la cantidad de kilómetros que tiene que hacer al cabo del año. es joven y se interesa por nuestros viajes. es agradable hablar con él. no tardamos en volver a estar en marcha. el paisaje es el mismo desde que entramos en nicaragua: colinas llenas de vegetación espectacular. llegamos a la ciudad de panamá a las 6 de la tarde. estamos en una enorme estación de autobuses llenos de tiendas. no tiene nada que ver con los apeaderos por los que me he estado moviendo en los últimos días. tomamos un taxi al aeropuerto acordando antes el precio porque nos han dicho que es la mejor forma de llegar allí. la chica de la ventanilla nos informa que el siguiente vuelo saldrá al día siguiente por la mañana, a las 10. sacamos los billetes. en la ventanilla de información nos ayudan a buscar un hostel donde pasar la noche. está cerca del aeropuerto y no es demasiado caro, así que nos lo quedamos.
el taxi nos deja en una zona residencial. filas de enormes casas con jardín dibujan calles anchas y semidesiertas. es un sitio tranquilo. nos alojamos en un dormitorio de siete cama, aunque estamos solos valeria y yo. tiene aire acondicionado y ducha, que es justo lo que necesito. me aseo un poco y salgo a dar un paseo por el hostel. en la parte de atrás de la casa descubro un bonito jardín con vallas de cañas de bambú y sombra de grandes árboles. hay una zona techada que cubre una cocina y una terraza con algunas mesas y sillas. hay un futbolín y unos bancos de piedra. el lugar es precioso y fresco. como siempre, lamento no tener más tiempo para quedarme a disfrutarlo. en la terraza está sentada valeria con una pepsi en la mano y charlando con otros huéspedes. me presento y ellos hacen lo propio. son gabriela y mane, una pareja de brasileños (espectacular ella) y cameron, un rubio americano con pinta de surfero. les invito a una cerveza y me uno a la charla. los tres están haciendo un viaje en velero a lo largo de toda américa desde méxico. cameron es el capitán del barco. llevan siete meses, y aún no saben ni cuándo ni dónde terminarán. por lo pronto, su siguiente punto será perú, a donde bajarán por la cosa del pacífico. llevan ya una semana en panamá y se les ve con ganas de volver a echarse a la mar. basta hablar con ellos para saber que son gente de dinero. la conversación gira en torno a todos lo viajes que han hecho unos y otros. cameron, como capitán de barco ha viajado por todo el mundo, y escuchándole hablar me siento muy pequeño. me preguntan sobre mi viaje y reímos al coincidir en reconocer que es una locura.
-¡pero tío! quieres hacer el viaje en veinte días menos que filleas fog ¿cómo va a ser eso? -me dice mane entre risas.
-por lo pronto, mi objetivo es llegar a montevideo el día 7 de julio, no miro más allá.
-¿has cruzado alguna vez el ecuador? -me pregunta cameron.
-nunca.
-entre los marineros hay una vieja costumbre -explica cameron-. cuando uno cruza el ecuador por primera vez tiene que raparse la cabeza o ponerse un pendiente.
-vaya, suena bien -respondo.
se va haciendo tarde y empezamos a pensar en la cena. valeria propone ir al supermercado y preparar algo de pasta, y yo estoy de acuerdo. los marineros prefieren pedir pizza, asi que cenan mientras ella y yo estamos cocinando. nada espectacular, tan solo un par de ensaladas de lechuga, tomate y cebolla y unos espaguetis con salsa de tomate y atún. hacemos suficiente comida como para cenar y guardar algo para comer al día siguiente. cocina valeria y yo hago de pinche. cenamos y seguimos charlando y tomando cervezas. el jardín es un sitio muy agradable y tranquilo. siguen las anécdotas entre el sonido de los grillos. mane, que ha pasado todo el tiempo conectado a internet con su portátil nos anuncia que ha muerto michael jackson.
-michael jackson is dead, man! -repite una y otra vez-. i can't believe it, man!
pienso que en adelante recordaré que el día en que murió michael jackson yo estaba tomando unas cervezas en panama con una suiza, dos brasileños y un estadounidense mientras guardaba armas para cruzar la frontera con colombia.
valeria se marcha a la cama, pero yo no puedo dormir. me quedo un rato más escribiendo y pensando en el día siguiente. son cerca de las 3 cuando me meto en la cama.
sábado, 4 de julio de 2009
llegada a ciudad de panamá
Publicado por
Torrance
en
16:10
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8 comentarios:
No me extraña que te quede poco dinero de los trescientos que sacaste. Venga a "deque" invitar a cerverzas. Menos mal que como ingeniero informático de tu torpe vida en Málaga (a la que creo pertenecer) has ganado suficiente dinero como para gastártelo en Panamá en cervecitas. Vaya lo normal.
No sé si mandarte un beso o un cocotazo.
¿Que para qué sirve ser informático? Para cruzar fronteras: Si el guarda de fornteras te dice que no lo vuelves a intentar, si no lo vuelves a intentar, si no lo vuelves a intentar...
híncale el pincho ya a la rubia esa. Debe querer tema por que si no, no habría aceptado irse de aventurita con un desconocido que tiene pinta de sacar una navaja de nueve muelles.
O eso o que es rematadamente inocente, en cuyo caso, no le doy mucho tiempo de vida por el sur del continenete americano... por lo que aprovecha el poco tiempo que le queda ;)
Pedro, veo que vas abriendo tu mente y espero que la bragueta también, jejeje.
Como dice Bachiller, y como un buen informático que eres, para pasar la frontera, si no sale a la primera, reinicias y lo intentas de nuevo, jejejeje.
¿Por qué pones esa cara de interesante al cortar tomates? ¿quieres hacernos ver que eres un experto cocinero? ¿quieres impresionar al bombón suizo?
Suerte amigo
A ver si hay suerte....un abrazo
Queremos ver fotos de la brasileña, ya que dices que es espectacular.
Si eso es muy Pedro ... es un maestro del suspense..XDDDD , nos deja siempre a medias.. como seas así para todo...XDDD es bromita es para que te rias , disfruta, Japón y las Japos están cercanas..
Lo importante es tener alguien siempre con quien tomarte las birritas, pero creo que no te estás tomando todas las que querrías.
La impresión es que (te) vas demasiado rápido, como en un mal polvo.
En totá, palante.
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