14 de julio del año 2009 de vuestro señor
a las 5 y media de la madrugada estoy harto de dar vueltas en la cama. media hora de intentar dormirte es suficiente. no es que tenga insomnio ni nada de eso, es que anoche me acosté a las 7, así que a las 5 ya había dormido 10 horas, lo mismo que en la última semana. cuando me acosté, había un tipo tocando la guitarra y otro viendo una revista porno. ahora hay tres tipos dormidos. ha tenido que haber movimiento en las ultimas horas en esta habitación, pero yo no me he enterado de nada. yo, que me despertaba con el aleteo de una mosca, durmiendo en una habitación compartida sin enterarme de nada.
la habitación no está a oscuras porque entra la luza de las farolas de la calle. eso me facilita levantarme y vestirme. lo tengo todo desordenado. no sé cómo lo logré, pero tengo la mochila y su contenido desperdigado por los alrededores de mi cama. incluso la pequeña mochila que me prestó eva, en la que guardo toda la documentación y que no me quitaba ni para dormir hace unas semanas, está por ahí tirada. creo que me estoy contagiando del resto de mochileros, que suelen ser desordenados y confiados. ojalá lo lograra, me restaría estrés.
aún es temprano y no quiero despertar a nadie, así que prefiero no ducharme. agarro el ordenador y me voy a la cocina. pongo a calentar agua en el termo eléctrico para hacerme un te, y me siento a escribir. a pesar de la hora tengo hambre, así que me pongo a comer lo único que tengo: manzanas y muesli. la mañana es fresca, pero se está bien en manga corta. quiero aprovechar para responder algunos correos retrasados y ordenar un poco las entradas que tengo por publicar. también aprovecho para echar un ojo a algunos de los videos que grabé la tarde anterior. con unas cosas y con otras, la casa se va despertando. el hostel tiene más gente de la que imaginaba en un principio. cuando llegué no vi a nadie, la piscina estaba vacía y el patio desierto, pero ahora la cocina parece calle larios el jueves santo.
a las siete me doy una ducha en la que pierdo el pendiente. un mal gesto al enjabonarme y el pendiente se larga por el sumidero. me jode porque voy a tener que comprar otro, pero sobre todo porque no soy capaz de ponérmelo yo solo. el tipo que me hizo el agujero no estuvo fino, y es necesario un master para lograr ponerme el pediente. el único que fue capaz fue javier en santiago, después de que al menos 5 personas lo intentaran. estoy pensando en pasar. debí haberme rapado, o haberme hecho un tatuaje o haberme puesto un aro en la nariz, como los toros que dibuja ibáñez.
el resto de la mañana sigo con mi plan relax, y me limito a leer, revisar el correo, chatear un rato sentarme en el patio a buscar parecidos a las nubes que pasan. a las 11.15h, con la puntualidad suiza propia de los australianos, llega el shuttle. tiene una lista de pasajeros y me pregunta el nombre para tacharme. el camino que nos lleva al aeropuerto es aún más corto que el camino que me trajo de él, así que a las 11.30h estoy en la terminal. una larga cola de japoneses me da la bienvenida. el vuelo debe salir dentro de dos horas, así que no me preocupa que haya cola, es normal. mientras espero conozco a dos israelíes de nombres ininteligibles. tiene gracia, porque ellos se extrañan de que yo me llame pedro.
-¿pedro?
-sí p-e-d-r-o. pedro. es un nombre muy común en españa.
-pedro. suena a español -piensa en voz alta.
-sera por almodóvar -le respondo.
-no tienes cara de español -me dice uno de ellos.
los dos colegas están pasando unos meses en australia, y se han animado a hacer una excursión a japón. estarán una semana por allí, pero ni siquiera tienen donde quedarse. me preguntan y les doy los datos del hostel que reservé para el día anterior. durante la mañana envié un correo para avisar de que llegaria un día tarde, pero cuando me vine no me habían rspondido, así que no cuento con que haya una cama para mi. les cuento que el sitio tiene una buena puntuación en hostelworld.com, que tienen internet gratis y que incluye desayuno. también cuenta con la ventaja de estar cerca de una estación de tren a la que se puede llegar directamente desde el aeropuerto. es caro con respecto a australia, prácticamente el doble, pero es que tokio es así. el más barato costaba 16 euros y este cuesta 21, pero incluye desayuno. 4 euros por el desayuno que pienso darme me parece muy barato. creo que les veré por allí. iba a proponerles que fuésemos juntos, pero he recordado que cuando llegue a aeropuerto yo tengo que gestionar mi rail pass. es un tema que me preocupa, porque el aterrizaje está previsto para las 8 de la tarde. si sumamos una hora por retrasos, recogida de la mochila y papeleo de inmigración nos dan las nueve, y me extraña que a esa hora siga abierta la oficina de la japan railways. si no está abierta voy a tener que pagar al menos 30 euros por el tren que me lleva a la ciudad, cuando tengo un bono con el que me saldría gratis.
conforme se acerca mi turno de facturar me voy poniendo nervioso. no tengo claro por qué, pero es así. no había estado tan nervioso en una cola desde el dragon khan, en port aventura. me alegro de que sea mi último avión, porque estoy cansado ya de detectores de metales, máquinas de rayos x y de pasar controles unos tras otros. el siguiente soy yo. busco a la rubia con la mirada pero no está. tampoco su jefa. la chica que me ha tocado es guapa, aunque debería resignarse al hecho de que ya no tiene 15 años. el exceso de maquillaje no le favorece, y en definitiva no logran su objetivo, que no es otro que ocultar las patas de gallo. tengo tiempo de examinar su cara con tranquilidad mientras introduce mis datos en el ordenador. desde que pegué el pasaporte con cola de carpintero, no pasa por la máquina que debe leer los datos del chip, así que tienen que terminar por introducirlos a mano. seguro que estoy va a acabar dándome algún problema en alguna frontera. japón es una buena candidata, ya veremos. todo va bien, aunque despacio. todo en orden. tengo media hora en la zona de compras del aeropuerto que aprovecho para comprar algunas cosas. sólo tengo en el bolsillo un billete de 5 dólares, que pienso guardar para juan alfonso, pero me permiten pagar con la tarjeta.
mi compañera de viaje es una japonesa. tiene unos labios enormes, pelo japonés y ojos japoneses. no habla inglés, así cualquier intento de comunicación se limita a asentir con la cabeza y sonreir. con gestos le he cedido mi asiento de ventanilla, pensando que le sería más cómodo dormir con la cabeza apoyada en las paredes del avión, pero no ha querido. el viaje es de unas siete horas, así que me doy un paseo por los pasillos del avión. la mayoría de los pasajeros son japoneses, y el repertorio de gadgets con los que pasan el tiempo es infinito. casi me da vergüenza sacar el ordenador o la cámara de fotos. no digamos la de video. la teoría de la relatividad de einsteis explicada con un sencillo ejemplo: en centroamérica era el puto amo con mi super cámara de video, y el japón, con esa misma cámara, seré un coleccionista de antigüedades. las horas pasan, y me tomo un noodle de pollo que me sienta bien (siguiendo los consejos de valeria, siempre llevo uno encima). acompaño con unas mandarinas y una botellita de agua que han tenido la gentileza de darnos antes de despegar. la mochile pequeña suele pesar mucho, más de la cuenta, porque suelo llevar comida. a veces me pregunto si merece la pena, pero en momento como este, en que el hambre aprieta y tengo varias horas de viaje por delante, me alegro de llevarla.
aprovecho el tiempo para intentar trazar un plan de viaje para lo que me queda, pero es inútil. pueden ocurrir tantas cosas en un mes, que me parece una tontería pensar en lo que haré dentro de tres semanas. ni siquiera tengo pensado cuántos días me quedaré en japón. por lo pronto, mañana pasaré el día en tokio, pero ni siquiera sé si dormiré o tomaré un tren al norte. quizá esta noche, en el hostel, pueda organizarme un poco. vale que no quiera hacer planes para dentro de tres semanas, pero no estaría mal saber dónde dormir mañana, aunque sea la ciudad.
la única azafata del avión es japonesa. creo que si tuviera que elegir a una mujer que representara las cosas que me ustan de las japonesas, la elegiría a ella. tiene un cuello largo y delgado, una cara pequeña y tan sonriente que resulta imposible imaginársela enfadada o seria. lleva el pelo recogida en un coco sobre la coronilla, y es fascinante la forma en la que camina por los pasillos del avión. busco un par de excusas para hablar con ella, e incluso consigo que me hable en japonés cuando le pregunto cómo se dice "muchas gracias". lo sé de sobra, pero me gusta oírselo decir.
después de todo, consigo charlar un rato con mi compañera, sho. resulta que en la universidad estudió español y, aunque no lo habla muy bien, es suficiente para que me recomiende un par de sitios donde ir y un par de cosas que comer. la conversación, aunque poco fluída, es agradable y hace más cortas las horas hasta que aterrizamos. la gestión del papeleo en narita, el aeropuerto donde llegamos, está tan bien organizada que no tardo más que unos minutos. una docena de japoneses se encargan de ir balanceando las colas de forma nunca tengas delante de tí más de dos personas. van añadiendo y quitando cintas sobre la marcha a un ritmo de locura, así que me limito a seguir las instrucciones que me dan y antes de que cante un gallo ya he cruzado. ningún problema. la estación de tren está conectada directamente con el aeropuerto mediante unas escaleras mecánicas. conforme las bajo encuentro la oficina de venta de tickets de la japan rail y un cajero, asi que resuelvo otros dos detalles. ya tengo el billete único de tren, 30000 yenes en el bosillo y la dirección del hostel donde pasar la noche.
en contra de lo que pensaba, las indicaciones del aeropuerto y estación de trenes son muy claras. todos los nombres de las estaciones están el alfabeto japonés y occidental. está todo muy bien organizado, aunque al principio me cuesta entender el mecanismo. sea como sea, no tardo en llegar a la estación de referencia de la dirección del hostel. he tenido que hacer dos trasbordos, en los que no he perdido más de 2 minutos. los trenes a esta hora de la noche (son casi las 10), están llenos de hombres de cierta edad, de pantalones negros, camisas blancas y maletines, caras de cansados, que vuelven a casa después de estar todo el día trabajando. me recuerdan todos al padre de shin-chan.
salir de la estación y enfrentarme directamente a un calle japonesa es uno de los momentos más impactantes de todo el viaje. es de noche, y la calle está llena de neones de colores. están por todos sitios, a pesar de que estoy en un barrio normal de la capital, a un par de paradas de tren del centro. ando algo perdido, porque no entiendo el sistema con el que se tratan las direcciones en japón. un chaval, que debe de haberme visto algo perdido, me pregunta si puede ayudarme. es amanerado y cecea.
-¡ey tío! estás buscando el hostel anne, ¿verdad? -adivina.
-sí
-mira, ¿ves aquel cartel naranja, al fondo de la calle?. tienes que entrar por la calle que hay antes, a la derecha. sigue recto y te lo encontrarás de cara.
-gracias. apunté la dirección tal cual estaba en la web, pero no sé qué significa.
-es fácil. lo primero, "yanagibashi", es el nombre de la zona. normalmente una zona es un conjunto de unas 30 o 40 manzanas, aunque hay algunas mayores. el "21" es el número de la manzana dentro de esta zona, y el "14" es la puerta dentro de la manazana. ¿ves?, es sencillo.
-ahora si. oye, por cierto... ¿cómo sabías que buscaba el hotel anne?
-europeo y con mochila en este barrio es que buscas el hostel anne.
-gracias por todo.
-es un placer. ten cuidado tío.
tengo que subir cuatro pisos con dos mochilas llenas de plomo para llegar a la recepción del hostel. por suerte el tipo sabe hablar inglés, al menos lo suficiente para que me entienda cuando le explico todo lo de la reserva para el dia anterior, la pérdida del avión y el resto. también sabe expresarme lo mínimo para hacerme ver que si quiero quedarme voy a tener que pagar dos noches: la anterior y esta. se la ha ido la olla. ¿en serio pretende que pague la noche de ayer? ni de coña. me dice que como no les avisé, la cama quedó libre, y quieren cobrar eso. me largo de allí indignada. no vuelvo a reservar, que le den al colega.
dejarme llevar por el calentón y la indinación ha conseguido que me vea en la puta calle japonesa, a casi las 11 de la noche, cansado de cargar con el equipaje y sin saber muy bien qué hacer. echo de menos los paneles de hoteles de los aeropuertos australianos. lo mejor que se me ocurre es volver a la estación para preguntar por algún tren nocturno, pero cuando me dirijo allí me pierdo y eso me lleva a encontrar un youth hostel. son caros pero buenos. sólo espero que tengan camas libres. las tienen, aunque la broma me cuesta 3600 yenes, casi 30 euros, y ni siquiere incluyen desayuno. dadas las circunstancias, no puedo quejarme y aflojo la pasta. a lo largo del dia siguiente compobaría que el hostel es lo único caro de tokio, y que todo lo que se dice sobre los precios de esta ciudad no es cierto. sin ir más lejos, las ciudades australianas son más caras que tokio, y casi diría que las capitales de cono sur americano también lo son.
el hostel cuenta con todos los servicios que se esperan de él y me alegra que tenga un toque costumbrista japonés. para empezar, he tendido que quitarme las chaclas y ponerme unas zapatillas para poder entrar y moverme por allí. las habitaciones están ambientadas con biombos de papel, y las mesas bajas y altas se alternan en la sala social. como en la mayoría de las ocasiones, me jode estar tan poco tiempo en el hostel. siempre llego tarde y me voy temprano, asi que me resulta imposible acomodarme mínimamente. están a punto de cerrar la cocina, así que me preparo algo: caliento unas alubias que compré en uruguay, y acompaño con un poco de pasta de nueva zelanda y fruta australiana. una cerveza japonesa completa el menú de locos.
tienen una buena conexión de internet, así que aprovecho para poner al día el blog, subiendo algunos vídeos y fotos. cuando quiero darme cuenta son las 3 de la mañana, así que decido largarme a dormir, pero antes me paso por el baño donde me lavo las manos con espuma de afeitar. las cosas de no tener ni puta idea de japonés. mañana va a ser un buen día.
domingo, 19 de julio de 2009
llegada a japón
Publicado por
Torrance
en
9:01
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5 comentarios:
Tómatelo con calma. Aunque después de tanta tensión esto ha sido tranquilito, pero se ve que este viaje ya tiene emoción por sí sólo.
Un beso.
Japon mira que esta leo Japon.
CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL CUCAL
YA!!!!!!!!!!!!!!!!
hola pedro, soy antonio, un amigo de maria del mar, que me hablo del viaje que ivas a hacer y desde entonces te sigo en tu vuelta al mundo y me parece genial, aunque reconosco que hay que estar un poco loco y tener un par de huevos para hacer esto, enhorabuena..... y animo, lo importante es disfrutar de esta experiencia unica.
¡Cómo mola Japón! Cuesta acostumbrarse a un sitio donde todo es sencillamente perfecto, pero mola.
Y como el sitio es perfecto cuidado con los calentones, que al final pagas más dinero, jeje.
¿Todavía no has comido sushi?????
Pues a ver si le comes el sushi a alguna...
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