sábado, 11 de julio de 2009

llegada a lima

el día empieza a aclararse, dejándome ver por el trocito de ventanilla que tengo a mi derecha un océano de bananeros. el sur de ecuador abastece de plátanos a todo el mundo, y en cualquier mercado puedes encontrar tantos puestos de vendedores que el precio es irrisorio. hace ya días que me alimento casi exclusivamente a base de plátanos. bastan 50 centavos para comprarte una docena, que me dura unos dos o tres días. el resto de fruta no siempre es barata. los cítricos o las manzanas pueden llegar a ser muy caras.

si todo va bien, a las 8 llegaré a huaquillas y a partir de ahí tengo unas 3 horas para cruzar la frontera. en el local donde me puse el pendiente estuvimos hablando con el dueño y nos explicó todos los pasos que tendría que dar. según nos contó, él suele hacer ese trayecto, y me aconseja todo lo que debo saber. espero que salga bien.

son las 8, y el autobús se detiene en mitad de la autovía. el conductor empieza a gritar diciendo que es la parada de inmigración de huaquillas y nos mete prisa para que bajemos. salgo del autobús como un amante que avandona la habitación cuando llega el marido: medio aturdido, con las zapatillas en la mano y mis bolsas y la chamarreta en la otra. cuando estoy fuera puedo ver como alguien saca mi mochila del maletero y la tira a la cuneta junto a otras. en cuestión de segundos, el autobús ya ha arrancado. prácticamente nos hemos bajado en marcha. estoy acompañado de 3 mochileros americanos. aunque he intentado establecer contacto, no se han mostrado receptivos y han pasado de mi, así que paso de ellos.


lo primero que tengo que hacer es cruzar la autovía, puesto que el puesto de inmigración de ecuador está en el lado contrario. afortunadamente no hay mucho tráfico, pero yo voy muy cargado y no puedo fiarme. junto a nosotros ya tenemos a varios tipejos ofreciendo sus servicios de taxi o de lo que sea con tal de sacarte unos pavos. los ignoro sistemáticamente y llego a la ventanilla. detrás del cristal, un funcionario con cara de pánfilo escribe un sms con su móvil. me ha extendido su mano para que le de el pasaporte, pero ni siquiera me mira, sigue pendiente de su teléfono. desde mi posición no alcanzo a ponerle el pasaporte en la mano, así que sigue en el aire un buen rato. me muerdo la lengua. tengo prisa por quitarme los trámites de encima y llegar hasta la terminal de autobuses, quizá con un par de horas antes de que comience el viaje y así tener tiempo de escribir algo, o, con suerte, poder conectarme a internet.

el funcionario comienza a teclear en su ordenador y al cabo de unos instantes me dice algo que no entiendo. está detrás de un cristal con una ventana del tamaño de una pelota de tenis, habla con mucho cuajo y sin mirarme y afuera hay mucho ruído de coches. me repite lo que quiera que dijera, pero lo vuelve a decir sin levantar su puta cara de cuajado y no me entero de nada.

-necesito que me habla más alto y más claro, señor. no le puedo escuchar porque hay mucho ruído -le digo en el tono que se le habla a un niño de tres años.
-le digo que este sello de entrada a ecuador falso -me dice mirándome al fin.
.¿falso? -respondo esperando que no confundiera el hecho de no entenderle antes con nervios-. no puede ser, yo mismo vi cómo lo ponían.
-¿cuánto le han cobrado por este sello? -me pregunta haciendo oídos sordos a lo que le acabo de contar.
-nada, no me han cobrado nada.
-hágase a un lado, por favor -me dice con el puto móvil en la mano de nuevo.

"maldito gilipollas de los cojones", pienso mientras me echo a un lado para dejar pasar a los americanos. "si de verdad piensas que es falso, suelta el puto móvil y sal a detenerme, gilipollas". cuando termina con el tercer américano, me pide de nuevo el pasaporte y comienza a comprar los sellos. por algún motivo, llega a la conclusión de que son falsos. por cojones son falsos. me da los dos pasaportes, mientras el americano nos mira con cara de sorpresa.

-compárelos y dígame usted mismo las diferencias -me dice el cabrón.

los comparo, y la única diferencia que aprecio es el tamaño de la letra. el sello no es más que un texto impreso con una impresora matricial, como las que usan los bancos para las libretas de ahorro. basta que se mueva un poco el papel durante laa impresión para que la letra salta alargada o achatatda. por supuesto, no voy a intentar que el garrulo que tengo enfrente comprenda esto.

-yo no veo ninguna diferencia, son iguales -le digo convencido.

el americano está flipando. sus dos colegas le están esperando en el taxi, y él está ahí, viendo como un nota está comparando su pasaporte con el suyo. trato de explicarle lo que pasa, pero eso a él le da igual, claro. al final le doy su pasaporte y le digo que se puede ir. ¡se lo digo yo! el gilipollas sigue jugando con su movil de los cojones. me siento como en una película de garcía berlanga y no sé qué hacer.

-sus datos no aparecen en el ordenador, señor -me dice.
-puede ser algún problema informático, suele ocurrir, se lo digo yo que me decido a eso -improviso como un imbécil.

lo que más me jode es que no hace nada. si de verdad piensa que soy un ilegal o algo así, ¡qué coño hace!

-¿puedo hablar con su jefe? -me sale de la boca sin siquiera pensarlo.
-claro señor, como quiera.

en unos segundos sale de la caseta un policía gordo y con cara de buena gente. le explico lo mejor que puedo toda la situación, y le doy un par de formas de comprobar que mi entrada al país fue legal. me escucha con atención y me dice que pase a una sala. allí me hace esperar mientras entra en la caseta de mr. sms. después de una espera intermminable de varios minutos, el jefe me devuelve el pasaporte y me pide que vuelva a la ventanilla. eso hago.

-me deja su pasaporte, por favor -me dice como si fuera la primera vez que me viera.
-claro, aquí tiene -le respondo siguiéndole el juego.
-está bien, puede pasar -me suelta.
-¿algún problema? -digo sin tener que decir.
-antes no me aparecía en el ordenador. alguien introdujo mal su nombre, y puso "glán" en vez de "galán". ¡cómo quieren que encuentre su nombre si no lo teclean bien! así no se puede trabajar.

se me ocurren simultáneamente varias formas de sodomizarle hasta morir. se me llena la boca de respuestas, pero me las trago todas. creo que hoy no voy a necesitar almorzar. ni cenar.

-gracias señor.
-gracias señor.

me cuelgo la mochila y me largo de allí con un mosqueo de dos pares de narices. el policía gordo me vuelve a llamar.

-¿ves a aquél hombre del sombrero? se encarga de los taxis. pídeselo a él, no le hagas caso a aquellos hombres. son malos, son ladrones y te engañarán -me advierte mientras señala a un grupo de hombres que charla con los americanos.
-le agradezco su ayuda, es usted muy amable.

el hombre del sombrero me consigue un taxi a quien pido que me lleve al puesto de inmigración de perú. me dice que sólo me puede llevar hasta el puente que hace de frontera entre los dos países, que no le permiten seguir más allá. le entiendo y acepto. me deja en el puente, que cruzo en un instante y ya estoy en perú. ahora debería buscar una moto-taxi y pedirle que me lleve a inmigración. no tardo en encontrarla, aunque en el tiempo que ha transcurrido desde que estoy en perú, he tenido que quitarme encima a unos pocos buscavidas que trataban de darme por mi blanquito culo. estoy hasta los cojones de tener que regatear cada puto taxi, cambio de moneda o botellín de agua. estoy hasta los cojones de que traten de engañarme, tengo un mal día, mr. puto sms me ha jodido el día. guardo la cortesía en el bolsillo de los dos candados y me trago la llave. que os den a todos. el tipo de la moto-taxi es simpático y no trata de engañarme; me pide 2 soles, pero como no tengo le ofrezco un dólar (son casi 3 soles). el trayecto es divertido, son unos cinco minutos por una carretera llena de moto-taxies. son ciclomotores que tiran de una pequeña cabina con un asiento para tres plazas. en perú están por todas partes.


la gestión del papeleo en el lado de perú es sencilla, aunque me atienda una señorita a un móvil pegada, un móvil superlativo, que hace que me aparezca el tic del ojo. cambio algo de dinero y ya casi estoy. sólo me queda encontrar un colectivo que me lleve a tumbes. según salgo de las oficinas e inmigración, me asalta otro tipejo que trata de asustarme con una huelga de transportistas.

-las carreteras están cortadas, yo te puedo llevar si quieres, no cojas un taxi porque no te dejarán pasar -me dice insistente-. cinco dólares.

ni siquiera lo sabe pero está usando el terror para tratar de lograr su miserable objetivo, y eso tiene un nombre. me da asco, auténtico asco y tengo ganas de sacarle los dientes con unos alicates y hacérselos tragar uno a uno. por suerte para todos, me limito a ignorarle y no decir absolutamente nada. ni esta boca es mía. me acerco al único taxista que veo y le pido que me leve a tumbes.

-cuatro dólares.
-no pienso darle más de 1,50.
-por ese dinero tendrás que esperar a que venga más gente, no puedo llevarte sólo.
-me parece bien.

esto es un regateo formal. él tiene sus razones para pedir más y yo las mías para pagar menos. llegamos a un acuerdo. después de diez minutos, y justo cuando empieza a ponerme nervioso aparece mi taxista, que se había ido a buscar clientes, con dos hombres y una mujer. nos subimos en el taxi, y tengo que andarme listo para que uno de los hombres no me quite el asiento de delante. tiene que ser la mujer la que le pida que se siente detrás, con ella. resulta que son policías y el tercer hombre es un delincuente a quien llevan detenido a la comisaría. y el hijo de puta quería sentarse delante y dejarme a mi y la muchacha sólos con el preso en el asiento de atrás. malditos ineptos. creo que hoy me molesta todo. arrancamos. se trata de un viaje de veinte minutos hasta el terminal de autobuses de "flores", el más barato que he podido encontrar. cuando ya casi estamos llegando, nos encontramos la carretera cortada por un piquete. la huelga de transportista va en serio, y no dejan pasar. el taxista trata de negociar con la turba, y es gracias al policía que podemos pasar. tengo suerte de compartir el taxi con ellos. tengo suerte de llegar a la terminal con una hora de adelanto.

la terminal es realmente cutre, pero me da igual. el billete me cuesta 20 soles, la mitad que con una empresa de más nivel. le pregunto a la muchacha si me permite usar un enchufe para cargar el ordenador, y me mira con cara de mala hostia para decirme que no, que no "está autorizada" a hacer "eso".

-de internet ni hablamos ¿no? -le suelto en un tono borde del que no me arrepiento.

la hora de espera la dedico a dar un paseo por un mercadillo de fruta que hay próximo. he dejado las maletas a cargo de los americanos, que llegaron unos minutos después que yo. después de todo, no les atracaron, y es que todos los caminos conducen a roma. compro más plátanos algunas chucherías y me siento a dejar pasar el tiempo. definitivamente he dejado de leer a rayuela. una sóla línea más y no vuelvo a escribir en todo lo que me queda de viaje. maldito genio.


el autobús es el peor que he probado hasta el momento. los asientos son tan estrechos que no puedo estirar las piernas, es imposible. por su puesto, no lleva aire acondicionado, aunque nos apañamos bien con las ventanillas abiertas. hace cien paradas a lo largo del camino, aunque esto, en mi caso, es una ventaja, porque me permite ver pueblos y gentes que de otra manera sería imposible. cada parada es algo nuevo que ver, desde una vendedora de cocos a un perro tumbado al sol "lamiéndose la breva". hace mucho calor, y estoy deseando que arranque para notar el fresco de la ventanilla abierta. los americanos cogen en de las 3 de la tarde. a pesar de salir cuatro horas más tarde, llega al mismo tiempo porque no hace paradas. eso explica que el conductor se extrañara cuando intenté subirme al autobús.

-creo que el suyo sale a las 3 señor.
-no, me dijeron a las 11.
-déjeme ver su boleto, por favor.
-claro
-está bien, pase -me dice definitivamente con cara de extrañado.

creo que piensa que vengo con los americanos. incluso entre mochileros hay clases. soy el único forastero en el autobús. arrancamos al fin, pero antes el encargado de la seguridad se ha subido al vehículo con una sony handycam y nos ha grabado las caras uno por uno. imagino que serán medidas de seguridad del país, porque al día siguiente, en el autobús que me sacaba de lima, me ocurriría lo mismo. el paisaje ya no tiene nada que ver con el que teníamos en colombia y ecuador. ahora es mucho más árido y marrón. apenas se aprecian árboles. tras unos minutos, aparece de golpe el glorioso pacífico. después de no sé cuántos días, al fin tomamos una carretera que se pega a la costa, aunque sólo disfrutaré de las vistas de playas de arenas blancas y palmeras durante unos minutos, antes de que el autobús inicie una subida que le llevará a un larguísimo desierto que nos acompañará hasta lima.


nunca he visto tanta pobreza. miles de chavolas y casas construídas con cañas se alinean a la carretara, única señal de vida en kilómetros a la redonda. en ocasiones pueden verse algunos secos huertos, intentos vamos de sacar algo de provecho de una tierra totalmente seca y esteril. la mayor parte del tiempo, sólo escombros, casuchas, basura y gentes apagadas. huele a pobreza. la carretera discurre recta, por lo que el viaje es cómodo, a pesar de las estrecheces. este autobús tiene la política de no permitir subir a los vendedores ambulantes, así que en los pasos de peaje, mientras el autobús reduce la marcha, aprovechan para ofrecer sus productos colgados en palos que suben hasta la altura de la ventanilla. es un espectáculo esperpéntico. varios niños y algunas viejas corren junto al autobús con cañas de cuyo extremo cuelgan bolsas de plátano frito, manzanas o bebidas de naranja. algunos comprarn con la mayor naturaldiad, pero yo me he quedado asombrado. imagino que la economía de esta zona está marcada por el paso del peaje. dentro de la más absoluta miseria, esta parte tiene suerte de poder acceder a unos soles a costa de viajeros sedientos o hambrientos. cuando vives en el desierto, cualquier brizna de hierba puede arreglarte el día.


el desierto se hará cada vez más árido hasta convertirse en una enorme playa viuda de un mar azul.

5 comentarios:

Juan Mancera dijo...

Deja de comer plátanos porque el carácter se te está poniendo como el de un gorila furioso.

"He dejado de leer a RAyuela, maldito genio" y acabas el post con esta frase: "el desierto se hará cada vez más árido hasta convertirse en una enorme playa viuda de un mar azul". Sinceramente, me resulta maravillosa esta última frase, no se de que te quejas, eres un magnífico contador de historias, eres un muy buen escritor.

Un abrazo

Sergio dijo...

Eres un falso......si te llamas Glan, pa que dices que te llamas Galan.....
es que no puedes ser hio.

UN ABRAZO COMPAÑERO

Torrance dijo...

juan, no me hagas que te pegue algunas frases de cortazar, dejemoslo asi jajajj

sergio, calla que ahora hace gracia, pero no veas el susto. creo que el tio queria que le diera pasta, pero soy tan inocente que no cai en el momento... jejeje

Julia dijo...

Simpáticos los hay por todo el mundo.
Seguimos pal sur.
Un beso.

Bachiller dijo...

Una porra: ¿a quién matamos antes? ¿al taxista estafador con nocturnidad o al guarda de fronteras con adicción al SMS?

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