jueves, 16 de julio de 2009

llegada a nueva zelanda

día 10 de julio del año 2009 de vuestro señor

la noche se hace eterna, como tantas veces ha deseado y desea mi buen amigo gustavo. cuando se supone que deberían ser las ocho de la mañana, hemos de adelantar el reloj hasta que es medianoche de nuevo, así que vuelta a empezar. a pesar de no tener compañero, no he conseguido dormir mucho, y lo cierto es que me hubiera venido bien acumular horas de sueño, porque no parece que vaya a gozar de muchas en los días siguientes. desde luego, se me podrá acusar de cualquier cosa, pero nunca de no exprimir el tiempo al máximo, aunque exprimir las horas es exprimirme a mi.

tomamos tierra al ritmo de "so close to heaven", de "the waterboys". estoy destrozado, el vuelo ha resultado demoledor. el aeropuerto que nos recibe es un sitio cuidado y desierto. son las 3 de la mañana aquí, así que sólo el mínimo personal de guardia nos atiende. es agradable caminar por estos pasillos bien decorados y ambientados con sonidos de fauta autóctona. las paredes están repletas de información turística en todos los idiomas. me llama especialmente la atención la cantidad de advertencias acerca de la obligación de declarar cualquier producto biológico que se lleve encima, desde una mascota a una simple manzana o pieza de artesanía de madera. nueva zelanda es una isla que vive aparte del resto del mundo, por lo que cualquier factor externo puede modificar gravemente su ecosistema. son muy estrictos en los controles, no quieren que entre nada que no debe, y es que el mayor encanto de nueva zelanda es la naturaleza. el resto del papeleo no difiere mucho de otras fronteras, y en cuestión de una hora ya tengo mi mochila y estoy dispuesto a asearme.


mientras busco el neceser descubro que me han robado. los candados que compré no han servido de nada, y no han supuesto ningún problema para alguien que ha conseguido abrirlos, tomar lo que ha querido, y luego volver a cerrar un bolsillo vacío. he perdido el móvil, el mp3 y una pequeña colección de un billete representativo de cada uno de los países en los que he estado; el mp3 sólo cuesta dinero, no me importa. la colección de billetes no era para mi, era para juan alfonso, así que lo siento por él. el móvil se lo pueden meter por el culo, no lo quiero. lo único que quiero son los mensajes que guardaba y que he perdido para siempre. un indigesto plato de realidad servido de madrugada.

una vez aseado y oliendo a floyd, lo siguiente es conseguir pasta. decido cambiar 50 dólares, que estimo serán suficientes para pasar el día. entre comisiones y un cambio bastante ajusto, el tipo me da 40 dólares neozelandeses. que una botella de agua pequeña cueste 4 dólares me dice que nueva zelanda es caro; se acabaron las repúblicas bananeras en las que pasaba el día con 6 euros, ya estamos en el primer mundo. solo necesito unos minutos para gastar la mitad del presupuesto, y es que el billete de autobús de ida y vuelta que me lleva al centro (y me traerá de vuelta) cuesta 20 dólares, y eso después de aplicar el descuento para mochileros.


con las ansias de conocer la ciudad, he tomado el primer autobús y me ha dejando en el centro a las seis de la mañana. está oscuro, desierto y hace un frío terrible (no lo sé con exactitud, pero estoy seguro de que estamos por debajo de cero). yo sigo con las chanclas que me puse para el viaje, así que busco algún refugio donde poder cambiarme (a lo largo del día me arrepentiría de haber salido tan temprado del aeorpuerto). hay una cafetería con wifi gratis y el tipo me permite enchufar mis baterías. para hacerlo, tengo que pelar los hilos de un cable, porque no tengo el adaptador para poder usar el enchufe de oceanía. comprarlo acabaría con mi pirrico presupuesto. el sitio tiene un ambiente muy agradable, con música chill-out, la calefacción a tope y un par de tertulias de sofá.


la calle comienza a animarse a partir de las ocho. sigue haciendo el mismo frío intensísimo, aunque ya no es de noche. la cafetería está bastante ambientada de gente que entra y sale, casi todo el mundo lleva prisas y toman el café en vasos de papel sin sentarse siquiera. espero que esta costumbre tan americana nunca llegue a españa. yo ya me he cambiado: tengo las zapatillas, la camiseta interior y el gorro, así que salgo a dar una vuelta para hacer tiempo hasta que abran la oficina de información turística. estoy en la calle queen, una de las más céntricas y comerciales de aucklan, y son las ocho de la mañana de un viernes cualquiera de invierno, así que el único turista soy yo. el resto son gentes que va a trabajar con caras de frío y sueño. me sorprende ver la cantidad de orientales que hay. muchos de los negocios y galerías que forman parte del paisaje tienen sus carteles en lenguaje oriental vaya usted a saer cuál. hoy me gusta la idea de que no haya muchos turistas en la ciudad; creo que tengo empacho de conocer gente y hoy no quiero saber nada de nadie.


en la oficina de turismo me atiende una chica de chile que me habla en español. lo cierto es que apenas he notado el cambio de idioma, y has sido ella la que me ha pedido que pasemos del inglés. me recomienda unos cuantos sitios, suficientes para un día que voy a estar. lo primero que tengo que comprarme es un bono de transportes que me dura todo el día. me sirve para autobuses, trenes y ferris. vuelan 13 pavoss, más otros 3 de postales. no son ni las 10 y solo tengo 4 dólares neozelandeses en el bolsillo. aún así, creo que será suficiente para llegar a australia, basta con no comer ni beber en todo el día.


el primer punto que visito es devonport, una especie de pueblo pequeñito al que se lleva cruzando la bahía en ferry. en trayecto dura exactamente 11 minutos, tal y como me dijo el vendedor de billetes duraría. la puntualidad se lleva a rajatabla en esta ciudad, desde los autobuses a los ferris, pasando por las agencias de información al turista y otros negocios de atención al público. todo es puntual en auckland. he pasado todo el trayecto en la cubierta superior. a pesar del frío, no puedo resistirme a las vistas que pueden disfrutarse desde aquí. el sol ha salido, y hace mucho más soportables las bajas temperaturas. devonport es como un pueblo de pelicula, como el barrio de mujeres desesperadas. todo es asquerosamente perfecto: las calless estan más limpias que en suiza, el único ruido que suena es el cantar de los pájaros, las casas parecen decorados de cine, los niños juegan en los parques y los coches paran en los pasos de peatones (gracias al cielo, porque el hecho de que circulen por la izquierda ha podido constarme la vida un par de veces mientras cruzaba la calle).


callejeo un buen rato, buscando siempre la parte soleada de la calle. es un sitio turístico, lleno de preiosas tiendas de regalos de agradable olor y ambiente. a pesar de ir con los auriculares, la gente se muestra muy amable conmigo y me dan la bienvenida al lugar, esperando que tenga un buen día. igualmente. lo más destacado de devoport, además del pueblo en sí, lleno de casas victorianas de finales del siglo xviii, es la vista que puede apreciarse desde lo alto del monte victoria, asi que me encamino hacia allá. no dejo de hacer fotos y tomar videos, porque cada rincón de este maldito pueblo me parece perfecto. incluso paro en la biblioteca pública para perderme un rato entre sus estanterías e imprimir el visado necesario para entrar en australia, cuyo PDF llevaba en el _pendrive_. tengo todo el tiempo del mundo y un jetlag que te cagas.

el monte victoria no es más que una pequeña colina a la que se sube a través de una empinada calles que la va rodenado como si fuera un sacacorchos. cargo con las dos mochilas, que ha subido considerablemente de peso después de incorporar los libros que tome de córdoba, así que cuando llego arriba estoy ahogado y busco asiento. desde luego, merece la pena porque las vistas desde allí arriba son capaces de quitarte el aliento por sí solas, sin necesidad de subir un monte. a un lado se aprecia un perfecto skyline de auckland, donde destaca la sky tower. a otro lado, las casas de monopoly del propio devonport dibujando calles. el resto es océano pacífico, lleno de barquitos blancos e islotes. la sensación de grandeza es muy intensa, y casi se diria que es lo único que debe sentirse allĺi.


en la cima del monte he coincidido con 3 turistas más: dos maduritas canadienses con pinta de lesbianas, elizabeth y cinthia y un joven aleman, jürguen. nos contamos nuestras historias mientras nos hacemos algunas fotos. entre la subida y la emoción de estar allí moviéndose de un lado a otro, el frío es historia y me sobra hasta el gorro. no sería más que un espejismo, por supuesto. la sensación de que auckland y alrededores tiene tantas cosas que ver que no me va a dar tiempo hace que baje pronto de la montaña, lo que es un gran error. después de hoy he aprendido que si el día tiene 24 horas, no se puede prentender emplearlas todas en ver cosas nuevas, es demasiado, no es asimilable. acaba uno por emborracharse de sensaciones, provocando que se mezclen y confundan. eso por no hablar del cansancio del vuelo, el cambio de horario y las cuatro semanas pateando américa. sea como sea, bajé en busca de mi siguiente objetivo: takaputa.


para llegar a takapuna es necesario coger un autobús. la parada está justo enfrente del embarcadero donde me ha dejado el ferry, y en tan solo 40 minutos he llegado al centro. para entonces son las tres de la tarde y el hambre empieza a apretar. lo único que he tomado en todo el día fue el desayuno del avión, hace más de doce horas. eso, unido al lastre de las mochilas y a la larga caminata ha hecho que haya tenido problemas para mantenerme despierto. por consejo de una amable señora, me he sentado en el lado derecho del autobús, donde me ha prometido que podré gozar de unas vistas excelentes. así es. takapuna es un pueblo muy parecido a devonport, con la diferencia de que cuenta con unas bonitas playas que bien podrían ser gaditanas, llenas de gente haciendo deporte a pesar del frío (se ha nublando y se nos, en su ausencia, el calor confortable que estaba dando el sol durante todo el día). yo paso un buen rato paseando y admirando el pacífico, aunque sin atreverme a darme un baño como tenía previsto antes de llegar. me alegra de tener un día tranquilo, sin sobresalto. un larguísimo día que debería haber terminado cuando aún son las 5 de la tarde.


vuelvo a devonport en el mismo autobús, aunque esta vez no puedo evitar dormirme y darme algunos cabezazos contra el cristal. en devoport encuentro una frutería regentada por un chino que tiene unos precios realmente bajos. lo suficiente como para poder seguir estirando aquellos lejanísimos 40 dólares con los que empecé el día hace un siglo. compro un kilo de manzanas y otro de zanahorias. ese será mi almuerzo y mi cena.

con la mochila con dos kilos más, y arrastrando los pies de forma penosa, vuelvo a auckland donde quiero pasar el resto de la tarde. antes, vuelvo a la oficina de turismo con la única intención de sentarme un rato en un sitio cómodo y caliente. creo que no puedo más, y pienso seriamente en volver al aeropuerto a tumbarme en un banco unas horas. el último shuttle sale de auckland a las 9 de la noche, y apenas son las 6. ha anochecido y la ciudad parece muy animada, llena de luces y gente que cruza los semáform en marabunta. me doy un paseo por la calle comercial, mirando escaparates y rascacielos. quick silver, roxy, billabong, rip curl, o'neill... están todas. evito las muchas calles empinadas que tiene la ciudad, porque estoy realmente bajo míminos de fuerza. sólo pienso en que mañana, nada más llegar a sidney voy a buscar un hostel donde pasar durmiendo todo el día. en australia estoy dos días completos, y ya tenia previstos usarlos hacer una pausa al mitad del camino. llevo aproximadamente la mitad de días del total del viaje, y exactamente estoy en la mitad física del trayecto: auckland y alrededores constituyen las antípodas de málaga.



a las ocho, después de haberme permitido el lujo de bailar un rato con un grupo de hare cristnas con los que me crucé, decido volver a la parada donde me dejó 14 horas ante el shuttle. hace más frío que esta mañana, y por primera vez en todo el viaje necesito hacer uso del anorak. es sorprendente ver a gente en chanclas y bermudas. pienso que cayetano estaría a gusto aquí. el autobús tarda casi una hora en dejarme en la terminal. me arrastro hacia los paneles para comprobar que en la lista de vuelos hay un salto entre las 11 de la noche y las 7 de la mañana del día siguiente. mi vuelo salía, teoŕicamente, a las 5_50h, así que empiezo a preocuparme. preguno el porqué del salto de horas y me dicen que el aeropuerto cierra a medianoche y vuelve a abrir a las 6. no puedo creer lo que eoigo. ¿qué pasa con mi vuelo? lo cierto es que es el vuelo en el que menos interés he mostrado. el hecho de se un vuelo corto y frecuente ha hecho que no me preocupe en absoluto, pero llega el día de tomarlo y ahora todo son dudas. reviso el papel que imprimí en san josé con todos los vuelos, y veo que no dice nada del número de vuelo. tan sólo la compañía aérea y la hora: las 5_50h. debo de tener una cara de agobio importante, tirado allí en mitad de la terminal sin saber qué hacer, derrotado, porque se acerca una mujer a ofrecerme ayuda.

-¿necesitas ayuda? -me pregunta la vieja.
-no encuentro mi vuelo en el panel -le digo sin esperanza de que pueda ayudarme.
-¿qué vuelo es?
-no sé el número.
-¿adónde vuelas?
-a sidney.
-esta es la terminal doméstica, sólo para vuelos nacionales. para vuelos internacionales debes cambiar de terminal.
-¡joder! eso lo explica todo. ¿cómo puedo llegar a la otra terminal?
-puedes tomar un autobús que va y viene continuamente. pasa cada 10 minutos y es gratuito. la otra terminal está ahí al lado.
-gracias señora, ha sido muy amable.

definitivamente no se puede ir por la vida sin dormir y sin comer. queda uno expuesto a cometer errores tontos que pueden joderle. intentaré que eso cambie a partir de hora. llegué a la terminal internacional, localicé mi vuelo y me tumbé en uno de los sillones de la sala de espera. elegí la parte de llegadas, donde cada vez que hay movimiento es de abrazos de alegría. he dormido a intervalos de 45 minutos despertándome aterrado cada vez, como me suele ocurrir cuando estoy demasiado cansado o duermo en un sitio público: hoy se dan los dos factores, así que el terror ha sido doble. he vuelto a perder el lápiz, asi que me he visto obligado a robar un bolígrafo (mi último dólar lo gasté en un chupa-chups). he buscado en cada uno de las decenas de mostradores de facturacíon desiertos hasta que he encontrado uno que he guardado en mi bolsillo. espero que sea el último de este viaje, ya está bien de perder.

en contra de lo que pensaba, el avión que me cruzará la acera hasta sidney es enorme. está lleno de equipos de softball, con sus chándals de colores, que irán a alguna competición internacional. las compañía es chilena, así que imagino que lo de sidney será sólo un trasbordo de un trayecto mayor, probablemente hasta américa del sur. el avión cuenta con todo tipo de detalles, pero para este viaje no hacen falta alforjas. espero aprovecharme y que repartan algo de desayunar. sigo hambriento.

12 comentarios:

Juan Mancera dijo...

Descansa y come, que un viaje sin descansar y son comer como "Dios manda", no se disfruta.

Ya te queda menos para volver a casa

natalia dijo...

Peter, peter... El objetivo es dar la vuelta al mundo, no ahorrar a costa de volverte (más) anoréxico... Por favor, por favor, saca más dinero y compra comida "para llevar" (Aunque sean barritas, galletas y sopas "liofilizadas") Recuerda lo que te dijo Velerie, con una taza para el agua caliente eres el rey.

Con respecto a tu buena estrella, POR SUPUESTO que seguirás contando con ella, de eso nos encargamos los miles de seguidores (¿puedo llamarnos amigos?) que cada día nos alimentamos de tus acciones y emociones y que te enviamos, con cada sonrisa que nos arrancas, un soplo de ánimo y mucha mucha buena energía. Seguro que te llegan, como estos
besos

Javier Ortiz dijo...

Illo, que si necesitas más pasta para comer y dormir en condiciones, dime tu numero de cuenta, y te transfiero dinero... pero por dios, come y descansa !!

Si me dices cuanto te hace falta, y a donde, te transfiero ahora mismo, y en 24 H lo tienes en tu cuenta...

Anónimo dijo...

Recuerda, el tiempo de tu Dios es perfecto, prohibido imponerse fechas.

Sergio dijo...

Las palabras que pusistes en la arena, me han traido recuerdos muy agradables de mi abuela Manuela.

Eso de calla y obedece ella lo repetia muchisimo, pero ella añadia y jode 3 veces.

Es decir mi abuela decia: "calla, obedece y jode tres veces" es increible.

UN ABRAZO Y ESTE BLOG ME ESTA SIRVIENDO MUCHO, GRACIAS AMIGO.

Dani dijo...

Aunque sea un bocatín o "medio" es necesario para continuar tú Gran Vuelta! Seguro que echas de menos el Posi!!

De un compañero, muchos ánimos! ;-)

UN ABRAZO

Felipe dijo...

Hola Pedro...
Después de 10 días sin leer el blog (he estado de viaje en Roma)....qué de cosas tengo pendientes de leer!!!
Bueno..poco a poco me pondré al día...mientras tanto....por favor, cuídate!! ¡¡¡y Come!!!
Un abrazo... :-)

Sergio dijo...

El Lunes vi en la tv un documental de esos de madrileños por el mundo y era precisamente de Oakland, lo vi enterito porque sabias que tu irias por alli.

Bachiller dijo...

"mi siguiente objetivo: takaputa" ¿comorrrrl?
"para llegar a takapuna" ah, menos mal, que si no no veas la coña con el nombrecito ;)

Ale Santamaría dijo...

Pedro, poner un candado a una mochila o maleta con cremallera no sirve de nada. La cremallera se abre metiendo un boli bic. Y despues pasas la cremallera para un lado y para otro y queda cerrada, como si nada... un amigo mio, que curra en un aeropueto...

COOOMEEEE!!!

Julia dijo...

Que ya veo que no soy la única que piensa que dejar de comer y beber no es el mejor método para ahorrar. Yo también te mando unos eurillos si te hacen falta.
Un beso.

Biyorl dijo...

Esta historia me la se :"La eterna lucha entre lo que "tengo" que hacer y lo que "quiero" hacer"...como casi siempre es tu estómago el que pierde. Pero bueno, hace tiempo que elegiste ese camino. Ahora solo lo aderezas con 20 kg a la chepa. Con don coHone.

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