miércoles, 15 de julio de 2009

otro viaje a mendoza

día 5 de julio del año 2009 de vuestro señor

tengo dos opciones para salir de santiago. la primera pasa por cruzar los dedos y espera que remita el temporal y los autobuses puedan cruzar "el paso de los libertadores" para llegar a la ciudad de mendoza, en argentina. la segunda es coger un avión que me lleve directamente a uruguay. durante la tarde de ayer, javier estuvo buscando y encontró un vuelo que salía a las 3 de la tarde. no sé cómo agradecerlo todo lo que está haciendo por mi.

la validez de la primera opción pasa por llamar a la terminal de autobuses. el tipo me dice que no saben si el paso está cerrado, pero que en cualquier caso ellos tienen órdenes de salir.

-estupendo, lo último que necesito ahora es eso -murmullo al teléfono-. ¿no puede darme la certeza de que pasaremos? es importante para mi. necesito una certeza -le suplico.
-solo puedo decirle eso, señor -responde frío y con ganas de colgar.

son las 7 y pico de la mañana, y el primer autobús sale a las 7_30h. el segundo a las 8_30h. tengo que decidirme. si me subo al autobús y el paso está cerrado la habré cagado, porque no tendré tiempo de coger el avión. por otro lado, la opción de coger el avión implica renunciar a ir a córdoba a visitar a mi familia, puesto que me llevaría directamente a montevideo. desde luego no estoy en las mejores condiciones para tomar una decisión importante. miro a mi alrededor tratando de buscar ayuda y sólo encuentro a carlos, el picasso del siglo xxi, tirado en el sofá fumando un cigarro. trabaja por las noches, pero tiene problemas para dormir por el cansancio, así que suele quedarse a ver la tele un rato antes de irse a la cama. en la tele ponen "enemigo a las puertas" y ed harris prepara su fusil de largo alcance. pienso en la batalla de stalingrado y la decisión se toma sola: iré en autobús.

tengo que despertar a javier para recoger mis cosas. le anuncio que me largo en autobús, y me pregunta si estoy seguro. le digo que sí, y entonces me anima, me dice que todo saldrá bien, pero que si saliera mal solo tengo que volver a la casa y ya buscaríamos la forma de solucionarlo. me vuelve a dar su número de teléfono, me prepara una bolsa con fruta, me da indicaciones de cómo llegar al metro, incluso me da dinero suelto para el billete. me acompaña a la puerta a pesar de estar tiritando de frío. acabo de interrumpir a este hombre mientras estaba en su habitación con dos tipas, le saco de la cama semidesnudo mientras estamos a cero grados, y todo lo que obtengo de él son atenciones y más atenciones. me ha preparado una bolsa con fruta para el viaje, por el amor de dios.

-lo de la fruta son cosas de mi madre, que ha acabado por inculcármelo -me dice con los ojos pegados.

con un abrazo y un beso trato de hacerle ver todo mi agradecimiento, pero estoy seguro de que no soy capaz, cómo iba a serlo. salgo y encuentro la parada de metro. es domingo, y no abren hasta las 8_00h, así que tengo 10 minutos de espera. en la puerta aguardan unas veinte personas comiendo las tortillitas fritas que vende un puesto cercano. tengo ganas de vomitar. mientras espero me doy cuenta de que no tengo ni idea de la parada a la que tengo que ir. la inexistencia de una mínima organización hace que me base en objetivos a corto plazo sin mirar más allá. el último era llegar a la parada de metro y aquí estoy, pero ahora necesito el siguiente. pregunto a un tipo, que trata de explicarme pero no le entiendo una palabra. habla demasiado rápido y se explica como el puto culo. ¿acaso no ve que soy español y estoy más perdido que dios? por fortuna, hay una chica que sí lo ha visto y se ofrece a ayudarme.


-yo me bajo una parada después de la tuya. vente conmigo y te indico. es fácil, sólo hay que hacer un trasbordo y nada más -me tranquiliza.
-gracias. ¿crees que puedo llegar con tiempo de tomar el bus de las 8_30h? -le pregunto.
-solo tardaremos 15 minutos.

tengo suerte y el guardia de seguridad abre las puertas cuando aún faltan cinco minutos para las ocho. salgo corriendo hacia la taquilla, para no entretener a la chica amable, que no necesita billete porque usa un bono.

-un boleto, por favor -le digo al taquillero.
-la taquilla no abre hasta las 8, señor. faltan dos minutos.

miro mi reloj que marca las 8_03h. mi reloj anda cinco minutos adelantado. me quedo callado y mirándole. el taquillero está sentado frente a mi y me mira. no hago nada, no hace nada. la chica amable espera y destrás mía se ha formado una pequeña cola de gente sileciosa. pasan dos minutos de silencio.

-¿qué desea señor? -pregunta el taquillero.
-un boleto, por favor. aquí tiene, gracias.

el traslado dura, como predijo la chica amable, 15 minutos. durante ese tiempo nos hemos hecho tan amigos que ella me ha regalado sus guantes en previsión de que pueda quedarme atrapado en las nieves de los andes. yo le he escrito una postal que le he pedido que no lea hasta que llegue a casa. necesito otros quince minutos para encontrar el autobús, pero logro subirme justo a las 8_30h. el olor a ambientador me está provocando nauseas, y estoy convencido de que no voy a poder aguantar mucho tiempo sin vomitar, sobre todo teniendo en cuenta que por delante tengo una carretera de montañas llena de curvas. ahora seria un buen momento de poner en orden las ideas, de trazar un plan y anotar todo aquello que no puedo olvidar hacer, pero lo único que me pide el cuerpo es reclinar el asiento y poner la cancíon. pienso en la chica del sofá. anoche hablamos de tantas cosas que hoy no puedo creer que hablásemos de tantas cosas.


alguien me despierta para ofrecerme un café. mientras me lo tomo compruebo que sólo han pasado 5 minutos desde que salimos. está calentito y dulce. estoy seguro de que mi buena estrella hará que pasemos. en dos horas llegamos a la oficina de la policía en que quedamos atascados el día anterior. pasaremos. somos el único autobús, y las cunetas están llenas de camiones. pasaremos. paramos y pasan los minutos. pasaremos. nadie se baja del autobús y espero que en cualquier momento suba alguien y nos diga que debemos darnos la vuelta. pasaremos. subo el volumen del mp3 y me hundo en el sillón, no quiero saber nada. pasaremos. pasamos.


detrás de una colina que superamos con facilidad, los andes. una carretera zigzaguea como una costura con revueltas numeradas y se pierde en la niebla que cubre la cumbre. la fila de camiones va desde la cima del paso hasta nosotros. kilómetros de carretera llenos de camiones de colores. por suerte, alguien hace una indicación al conductor, y este empieza a adelantarlos a todos. pasamos por delante de tantos vehículos, que pienso que si tuviésemos que esperarlos a todos habríamos llegado a la frontera coincidiendo con la llegada del hombre a marte.


después de flotar sobre las nieves del paso de los libertadores, presenciando unos paisajes de dibujos animados, llegamos a la frontera. mi pasaporte se ha roto. las tapas de han despegado del resto de hojas, y el funcionario de chile no quiere dejarme salir.

-un documento deja de ser oficial si está roto -me explica.

trato de convencerle y accede a hablar con la parte de argentina.

-si a ellos les parece bien dejarte entrar, nosotros te dejamos salir.

todo va bien. puedo pasar, pero antes revisan mi maleta bolsillo a bolsillo. incluso me abre la bolsa de la ropa sucia y revisan calcetín a calcetín. yo he bajado del autobús en manga corta y me estoy helando, así que no paro de dar saltitos mientras tres tipo con máscarillas revuelven mis calzoncillos usados. terminamos al fin, y todos suben al autobús mientras yo trato de ordenar mi mochila lo mejor que puedo. llevamos un ligero retraso, pero la carretera de la parte de argentina es más benévola, así que recuperarmos terreno y conseguimos llegar a mendoza a las tres y media. allí no tengo nada que hacer más que sacar un billete para córdoba lo antes posible. el primero es a las 18:30h, así que tengo algunas horas para conectarme a internet. si no ando listo, pierdo el viaje. el argentina tienen una hora más, así que en realidad he llegado a las cuatro y media, por lo que sólo tengo dos horas y no tres. he tenido suerte de oir a alguien preguntar la hora.

el autobús de córdoba es viejo y yo tengo el peor asiento. lo he elegido a sabiendas. junto al mío está el segundo peor asiento, así que será el último en ser asignado. si el autobús no se llena, disfrutaré de dos asientos para dormir. si se llena, sufriré el asiento más estrecho de todos. confío en mi suerte, y me favorece a medias. logro dormir hasta las 5 de la mañana, momento en que un militar me despierta para reclamarme su sitio. no está mal, he dormido un par de horas en total.

a las 7_10h, diez minutos después de lo previsto y con 50 horas de sueño menos de lo necesario, llego a córdoba la llana.

4 comentarios:

Julia dijo...

Menos mal que los funcionarios llevaban mascarillas.:)
No sé si atraes a la buena gente o to er mundo es bueno. Mira que darte los guantes en pleno invierno.
Un beso.

Juan Mancera dijo...

Tu buena estrella y la flor que tienes en el culo te ayudan en tu maravilloso viaje.

Necesitamos saber de la chica del sofá, sino quieres publicar, mándame un correo.

Bachiller dijo...

Espectacular el trato de Javier, es impresionante que haya gente así (desde luego entre tanto autobús es lo que más está molando de las cosas que cuentas).

Sergio dijo...

-Mendoza???? ese si que fue un gran presidente.
-Cordoba???? visitaste la Mezquita????
-Menos mal que en la tele estaban poniendo "enemigos a las puertas" (gran pilicula) que si llegan a estar poniendo "el hijo del minero" (otro gran flim) pobre del bueno del Javi ese.

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