día 4 de agosto del año 2009 de vuestro señor
cuando veo el color naranja que sale de detrás de las montañas del fondo anuncian la salida del sol, me parece mentira. no recuerdo una noche tan mala. no recuerdo tanta impotencia para quedarme dormido, tanto cansancio desperdiciado, tanta incomodidad en un autobús. no he pegado ojo, por supuesto, y me duelen. el pico quedó atrás hace ya muchas horas, y ahora lo que siento es dolor, es una punzada aguda que me atraviesa los ojos y me llega hasta el mismo cerebro. espero que la luz del día haga que me olvide de querer dormir y me distraiga. es cierto que necesito dormir, pero eso no tiene por qué saberlo mi cuerpo.
además de las incomodidades propias de un autobús viejo y poco preparado, una de las cosas que no me ha dejado dormir es una absurda sensación de haber sido engañado. creo que la culpa la tiene el gilipollas de la semana, que ha conseguido que crea que ese autobús no va a damasco, sino a antakya, en la frontera con siria. miro y remiro el tiquet, un papelajo escrito a bolígrafo con letra ilegible, y no veo damasco por ningún sitio. además de eso, el único número que veo es 50, y debo entender que es el precio del billete. el problema es que yo he pagado 70. imagino que falta un papel, que el viaje se compone en realidad de dos partes y que por eso debería tener dos billetes, pero sólo tengo uno. quizás haya perdido uno, o quizás me hayan engañado. preguntarle a el gilipollas de la semana es una estupidez. es tan gilipollas que se bloquea automáticamente cuando me dirijo a él. ni siquiera necesito abrir la boca para hacerle sentir que no me entiende. si se me ocurre decir "¿damasco?", se ponde a tartamudear y se larga a la que puede. no tranquiliza el hecho de que en el parabrisas del autobús haya un cartel con dos nombres: estambul - antakya.
durante la noche hemos hecho bastantes paradas. hace ya algunas que me estoy meando, pero no puedo ir porque aquí cobran (es curioso que sea más barato beber que mear) y tengo el dinero en la mochila grande, y la mochila grande está en el maletero, cuya llave custodia en gilipollas de la semana, que cómo coño va a entenderme cuando le digo que quiero que me abra la puerta para coger mi mochila. cuando ya no puedo más, intento entrar a las bravas, pero el nota no tiene piedad y me para los pies. en plena desesperación, le ofrezco un euro (el monedero de mi vida real está casualmente en la mochila pequeña). lo acepta, claro. un euro es más del doble de lo que está pidiendo por dejar entrar a la gente y darles un trozo de papel higiénico. entre paradas y cambios de paisaje (en turquía basta una cabezada para que el paisaje pase de ser un desierto a ser unas frondosas montañas o un valle verde), llegamos al fin.
como el resto en las que hemos parado, la estación de autobuses es un revoltijo de gentes agitadas que no dejan de hacer aspavientos. sé que hemos llegado porque todo el mundo se ha empezado a bajar. yo hago lo propio, aunque con un poco de miedo. no sé con qué me voy a encontrar. siempre me pasa al llegar a un destino, la incertidumbre me puede, y me tiemblan las piernas al bajar (curiosamente sólo me pasa cuando viajo en autobús). al bajar, lo primero que veo es mi mochila tirada en cualquier sitio, lo que me confirma que hemos llegado a antakya. mientras la recojo, recibo el habitual acoso de gentes ofreciéndome taxis, alojamientos y otras zarandajas. he aprendido a ignorarlos, y los despacho con una sonrisa y un "no thanks" mientras busco con la mirada algo que pueda ayudarme. paso de preguntarle al gilipollas de la semana, así que mis opciones se reducen mucho.
entre el ruido, distingo a alguien que me pregunta si voy a damasco. sí, eso es, voy a damasco. ¿qué tengo que hacer? el tipo trata de tranquilizarme diciéndome que forma parte de la empresa de autobuses que me ha llevado hasta allí.
-me staff -repite mientras señala el logo del autobús.
-fine!
me agarra la mochila y me pide que le siga. por el camino me explica que tenemos que cambiar de autobús, que ese en el que venía sólo llega hasta el pueblo de la frontera y se vuelve. a partir de ahí, viajaremos en otro autobús, que se encarga de la parte siria. el hombre me inspira confianza, así que no tengo inconveniente en dejarme el pasaporte cuando me lo pide. respiro aliviado. en cambio de autobús nos lleva una media hora, que he aprovechado para cambiar todas las liras turcas por libras jordanas. hago las cuentas y me salen, parece que hoy nadie me va a engañar.
el nuevo autobús es aún peor. es un verdadero horno, porque el afónico aire acondicionado nada puede hacer contra el calor infernal que hace. al menos, este autobús también tiene un frigorífico con agua a disposición de los pasajeros. me llama la antención que el agua esté envasada en recipientes más propios de yogur u otros postres. cosas de paletos, que se quedan maravillados con las cosas más estúpidas. también me llama la atención que el agua sea gratis precisamente en paises desiertos con problemas de sequía. seguro que en suiza cobran los yogures de agua a 3 pavos por lo menos.
a partir de que arranca el autobús, se suceden los trámites fronterizos al estilo de los paises de américa. bajamos, enseñamos los pasaportes, nos lo sellan, volvemos a subir, y así sucesivamente. es divertido ver a los funcionarios trabajar poniendo sellos con sus bigotes y sus cigarros. no hace tanto tiempo que en españa se prohibió fumar en oficinas públicas, pero ya se ve rarísimo que te atienda un tipo fumando. la parte siria del viaje pasa rápidamente. son 6 horas rodeados de paisajes de color desierto (en siria no existen los colores, todo es gris y beige, colores del desierto. ni siquiera los árboles tienen color) navengado a todo trapo por unas carreteras llenas de baches y en las que no se sabe bien si hay dos o tres carrilles. nuestro experimentado conductor hace que lleguemos a la estación con media hora de adelando, lo cual me pilla desprevenido.
si sumamos una serie de hechos, quizá se pueda comprender por qué me he sentido especialmente indefenso en la estación de damasco. a saber:
- el último par de horas del trayecto he venido leyendo, y aunque me asomaba a la ventana a intervalores regulares (es realmente admirable el paisaje), lo cierto es que permanecía ajeno a la realidad, zambullido de lleno en el libro de cortázar.
- el autobús ha llegado media hora antes, lo cual me hizo suponer que estábamos en una parada intermedia, y que la cosa no iba conmigo.
- cuando el autobús se ha detenido, se ha visto inmediatamente rodeado por decenas de personas que reclamaban merecidos abrazos de sus familiares, que por tanto han bajado tan rápidamente que yo he tenido que salir con la mochila a medias.
- las veces que he usaso la palabra caos para definir cualquier cosa, lo he hecho mal. caos es la estación de autobuses de damasco.
todo lo anterior, sumado y agitado, da como resultado a un tipo de barbas, muy despistado, preocupado y asustado, que busca refugio en una sombra mientras ignora a todo al que se le acerca. la estación no está metida en la ciudad, al menos no en el centro, y aquello es diferente a todo lo que ha visto anteriormente. para empezar, no hay una estacion de autobuses en sí, es decir, no hay ningún edificio al que acudir. aquello es un llano enorme, donde un montón de autobuses van dejando gentes, que a su vez se suben el autobuses urbanos, furgonetas o minibuses, que se mezclan entre sí con admirable desorden. necesito un tiempo muerto de cinco minutos, pero nadie me lo concede (debo de haberlos gastado a estas alturas de partido).
cuando estoy a punto de ceder a la insistencia de un taxista que me quiere llevar a donde se compran los billetes a jordania (de alguna manera sabe que quiero ir a jordan, probablemente porque se lo haya dicho yo), me fijo en una chica que está sentada en una de las muchas paradas de urbano. lleva una maleta, y por algún extraño motivo deduzco que es una turista. al acercarme compruebo que es árabe, pero sabe inglés, que es realmente lo que me interesa. le cuento mi situación, y su recomendación es que vaya a la ciudad vieja. es probablemente la parte más famosa, una ciudad dentro de otra ciudad.
-allí tienes bares, tiendas, monumentos. habrá mucha gente, ya podrás preguntar tranquilamente. pero yo te recomiendo que salgas de este lío cuando antes.
-¿cómo llego hasta allí? -le pregunto.
-espera -me dice mientras habla con el conductor de uno de los autobuses urbanos-. vale, lo tengo. tienes que subirte a este autobús. he hablado con el conductor para que te avise cuando llegues a la parada de la ciudad vieja.
-muchísimas gracias.
-de nada. bienvenido a damasco.
"te cagas, estoy en damasco. te cagas" pienso para mi. tengo que subirme al autobús en marcha, porque el tipo pasa de despedidas y mariconadas. el calor hace que no cierre la puertas, así que me resulta fácil dar un saltito y agarrarme a la barra. una vez dentro, descubro que no tengo dinero suelto, así que le ofrezco euros. el conductor dice que me deje de rollos y que me siente, que esta vez no me va a cobrar, porque la jeta de miedo que tengo dice claramente que no soy un caradura. el autobús se llena de gente y circula por el río revuelto de vehículos que es la carretera. nunca vi nada igual. los carriles no tienen ningún sentido, los cruces son como dos telas entretejidas, y por todos sitios gente a pie. por entre los coches, en medio de la carretera, andando, corriendo, parados, con carros, con motos y sencillamente caminando. todos pitan, pero nadie parece hacer nada. el espectáculo es realmente nuevo para mi. creo que estoy ante la ciudad más diferente que he visto en mi vida. tengo ganas de resolver el espinoso asunto de no tener donde pasar la noche (he decidido dejar el problema del billete para más delante o incluso mañana) para ponerme rápidamente a disfrutar de la ciudad.
el autobús me deja en la puerta de la ciudad vieja (en ese momento no lo sé, me enteraría al día siguiente). bueno, algo es algo. sigo estando perdido, pero ahora ya estoy en el centro de la ciudad. si quiero encontrar alojamiento, este es mejor sitio que la estación de autobuses. me pongo a caminar hacia cualquier sitio, sin saber muy bien qué busco, pero confiando en que pasará algo, o se me ocurrirá algo que hacer, o qué se yo, que estoy tan cansado que no puedo razonar. cinco minutos callejeando bastan para encontrar una cafetería con acceso a interet. siempre guardo una rayita de batería para emergencias, y en esta ocasión voy a tener que usarla. entro y me pido una cerveza del país. mientras espero, me fijo en la mesa de al lado. una pareja -gente con pasta, salta a la vista- está dándose un banquete de película. en la enorme mesa hay al menos 10 platos con todo tipo de manjares: pescados, carnes, frutas, verduras, todo el bonitos dibujos y casi sin tocar. creo que estoy en un sitio con estilo, y confirmo mi sospecha cuando la cerveza me la sirven entre dos camareros vestidos de pingüino: el primero de ellos (un niño con bigote) la trae en una bandeja, junto a un vaso y una copa de agua. el segundo, más alto, le sigue, y se encarga de abrirla, llenar el vaso a la mitad, y servírmela por el lado derecho.
no puedo conectarme a internet porque no hay luz. por lo visto, los cortes de luz son habituales en damasco, pero no tardará en volver. mientras tanto, si quiero pueden enseñarme una habitación, ya que estoy buscando donde pasar la noche. así que se trata de un hotel, y bien situado. está bien, veamos esa habitación, quizá me interese. estoy dispuesto a estirarme hasta 20 euros si es necesario, al fin y al cabo se trata de una emergencia. me enseña la habitación un tipo entrado en edad, que lleva un traje con cierto estilo y habla inglés remarcado. por ser yo me la deja en cien dólares. vaya, definitivamente estoy en un sitio con estilo. me pregunto cuánto va a costarme la cerveza. declino la oferta y espero a que vuelva la luz. una búsqueda rápida en hostelworld.com y sólo me sale un resultado, un sitio que ofrece camas. no está claro dónde queda, así que decido llamar por teléfono. me responde un tipo con el que me cito en el centro. me dice que tome un taxi al hotel al majed.
cuando llego allí (regateo mejor que onésimo), no hay nadie excepto el propio personal del hotel, a quienes digo que estoy esperando a una persona.
-¿es usted el señor kaplan? -me pregunta el recepcionista.
-no le digo que lo soy, porque no lo soy -le respondo.
-ha llamado usted hace una hora, ¿verdad? es usted el español. le tenemos anotado.
-yo no he llamado al hotel, he llamado a un tipo que ofrece camas por internet.
-espere un segundo, por favor. póngase cómodo.
me pongo cómodo y nervioso. al cabo de 5 minutos, el recepcionista me llama y me dice que tengo una llamada. cojo el teléfono.
-¿sí?
-le dejo la habitación del hotel en 30 dólares.
-¿cómo dice?
-le dejo la habitación del hotel en 30 dólares.
-un momento, ¿antes he hablado con usted?
-sí
-pero la web dice que las camas son a 14 euros.
-sí, pero esas camas está ocupadas. solo tenemos habitaciones. 30 dólares.
-no puedo pagar 30 dólares. sólo tengo 14 dólares -le respondo pasándome al dólar discretamente.
-30 dólares.
-la web dice 14.
-está bien, 22 dólares.
-¿22 dólares? está bien.
ni para ti, ni para mi. ya tengo habitación, y aunque es un poco más cara de los esperado, no está mal después de todo. no he podido conseguir nada peor. en cualquier caso, estoy un poco desesperado, esa es la verdad. el hotel no es de lujo, pero lo parece. un botones me acompaña a la habitación e incluso carga con mis mochilas. se llama amir, y está a mi servicio, para lo que quiera. recuerde, amir. puedo llamarle a cualquier hora.
-lo siento amir, no tengo dinero.
-no es problema.
visita al super, vuelta a los noodles, pan integral, atún y fruta. en el hotel no tienen internet, pero puedo ir al hotel de al lado, no hay problema, puedo decirles que voy de su parte. pero ahora no, ahora sólo quiero ducharme y meterme en la cama, mañana será otro día. ducha lenta, limpieza a fondo (hace tres días que no me ducho) y a la cama. tengo un ventilador en el techo y hasta enchufo la tele. en el canal 4 ponen el programa de oprah.
-te cagas, estoy en damasco viendo el programa de oprah. te cagas.
casi por inercia enciendo el ordenador, y me sorprende el globito que me anuncia que ha detectado una red inalámbrica. aunque la señál llega débil, consigo conectarme.
-de puta madre. es justo lo que necesitaba.
estoy recien duchado, sentado en la cama, entre sábanas limpias, fresquito por el ventilador del techo y porque la habitación es prácticamente subterránea (afuera están a 31 grados a las 11 de la noche), y ahora estoy conectado a internet. me pongo a buscar alojamiento para el día siguiente, en ammán (jordania). en poco tiempo ya tengo hecha la reserva y me quedo más tranquilo. estaré haciéndome viejo, pero duermo más tranquilo cuando tengo reservado el sitio para el día siguiente. en cuanto a la forma de llegar a ammán, he estado preguntando y me han contado algunas opciones. me duermo pensando en el plan para mañana:
ASUNTO: despertarme temprado.
OBSERVACIONES: no habrá problema, llevo haciédolo desde el principio.
ASUNTO: comprar billete de autobús a ammán.
OBSERVACIONES: iré a ammán en taxi. tengo dos opciones. primera opción: tomar el taxi allí mismo en el hotel. me lleva en dos horas a ammán. precio, 90 pavos. muy snob. segunda opción: taxi compartido. estos taxis se cogen en la estación de somariee, a las afueras. tendré que tomar un taxi para ir a somarie (no deben cobrarme más de 200 libras sirias), y allí pelear por conseguir meterme en algún taxi que cruce la frontera. estos colectivos no tienen horario, salen cuando se llena. precio, unos 10 pavos. me quedo con la segunda opción. creo que valeria hubiera estado de acuerdo conmigo. la echo de menos.
ASUNTO: visitar la ciudad.
OBSERVACIONES: me centraré en la ciudad vieja, pasaré todo el tiempo allí. estaré hasta las 2 o las 3. a partir de ahí. empezaré a buscar taxi para ir a somiree, etcétera. quiero llegar a ammán de día.
ASUNTO: descansar.
OBSERVACIONES: N/A
sábado, 8 de agosto de 2009
llegada a damasco
Publicado por
Torrance
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0:01
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5 comentarios:
Se te sigue apareciendo la virgen Pedro,lo que a priori parece un follón que te cagas(caos),termina en una camita de sabanas limpias,ducha,conexion a internet,Oprah y tú.
Estas hecho todo un profesional....que menos a estas alturas de aventura no?
Vete a Carcassone.
Cuidate.
Al final no nos has contado cuanto te cobraron por la cerveza ;)
Un abrazo.
Yo también me he quedado sin saber cuánto costó la cerverza.
Seguro que tu madre piensa lo mismo que yo, ¿qué se te habrá perdido a ti en Damasco en pleno mes de agosto?
Un beso.
hoolaaaa.
pues no me parece mal el invento del agua... así te la bebes como en un vaso... eso si te la tienes que beber del tirón... nada de guardar para luego.
eso eso... confiesa... ¿cuánto te clavaron?
¿N/A? no tuviste suficiente... no habíamos quedado en que estaba prohibido?????
Me voy ce vacaciones a un sitio donde no hay internet, y eso implica que me voy a perder el final de la serie... ¡qué alguien me lo grabe!
Un abrazo Big, nos vemos tras nuestros monitores a final de mes.
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