domingo, 2 de agosto de 2009

un día en moscú

día 28 de julio del año 2009 de vuestro señor

el hostel incluye desayuno, es una de las razones por las que lo elegí. mis criterios son sencillos: el más barato que incluya desayuno. normalmente están bien situados, así que en ese aspecto no hay problema. me conformo con que esté cerca de una parada de metro, con eso es suficiente. el acceso a internet es una condición indispensable, pero hoy día lo tienen todos; es casi impensable un hostel sin wifi. la comida no empezarán a servirla hasta las 8, así que tengo un par de horas por delante para volver a darle una vuelta a la planificación del viaje. anoche llegó un momento en que me bloqueé y partir de ahí no me cuadraba nada. por la mañana las cosas suelen verse de forma diferente, pero en este caso hay poco que hacer. la combinación de trenes para bajar por los paises del este es muy mala, y es algo que no esperaba. si bien de moscú a kiev hay un tren nocturno directo, de kiev a bucarest tarda más de un día, y de bucarest a sofía, que está al lado, tarda otro tanto. eso por no decir que los horarios son realmente malos.

pero lo mejor será dejar eso por ahora. son las siete y el personal del hostel está desayunando en la cocina, asi que me uno a ellos. les cuento en broma que estoy realmente hambriento y que no puedo esperar a las ocho, y me hacen un hueco en la mesa. son cinco en total, además del jefe, que siempre anda rulando por allí. me harto de tostadas con salami y queso, un par de cafés, un te y una tortilla de dos huevos. anoche, antes de acostarme, hice cinco tortillas de dos huevos que iré racinando a lo largo del día. tenía algo dejadas las proteínas, pero hoy no me van a faltar.

cuando termino de desayunar, hablo con robert, el dueño del hostel. es un inglés afincado en moscú que hace poco decidió abrir el hostel. aún tiene partes que están en obras (casi toda la segunda planta), pero me comenta que cuando esté terminado va a quedar "de puta madre" (habla algo de español porque pasó algún tiempo viviendo en tijuana). le pido que me recomiende dónde puedo ir, indicándole que sólo estaré un día. no me cuenta nada que no supiera: el kremlim, la plaza roja y las paradas de metro. no me va a dar tiempo a ver mucho más en un día. acaso el teatro nacional.


-de todas formas, aún es temprano. estas cosas empiezan a funcionar a partir de las 10 y no son ni las 8 -me advierte.
-aprovecharé para echar un vistazo a esta guía de moscú que he visto por ahí -le respondo mientras tomo una guía en frances de encima de la mesita.
-a ver, déjame ver. te indicaré los puntos exactos.

no necesito que me diga dónde está el kremlim, porque ya he hecho unas fotos a un mapa de la zona. además, está a tan solo un par de manzanas del hostel. me quita el libro de las manos y empieza a mirarlo con tranquilidad. señala algunos sitios, pero me aburro y me levanto. él sigue mirando el libro, absorto en su lectura. ni siquiera se da cuenta de que me he levantado. por lo visto ha sufrido un ataque de repentino interés por el turismo de la ciudad donde vive. en fin, creo que voy a conectarme. tengo que hablar con cayetano para volver a pedirle que me ayude con la publicación de las crónicas, porque desde moscú también parace haber algunos problemas de censuras. paso un rato agradable charlando con él y otros colegas del trabajo, y a las 10 recojo, me cuelto la mochila comando, y salgo a la calle.


por suerte hace fresco. el cielo está nublado, aunque no tiene pinta de llover, y eso hace que la fresca se alargue hasta estas horas. se está bien paseando sin los agobios de humedad de pekín. me voy directo al kremlim. la plaza roja está justo al lado, así que no tendré que moverme mucho. está a tan solo unos minutos caminando, pero tener que cruzar una avenida con siete carriles de coches a toda velocidad me lleva media mañana (más tarde descubriría un estupendo y civilizado paso subterráneo). por el camino me encuentro con una biblioteca. en la puerta hay una estatua que diría que es de dostoievski, pero no entiendo un carajo. ni siquiera sé por qué diría que es dostoieski. intento entrar a echar un vistazo, pero no me dejan. creo que sospechan que no pinto mucho en una biblioteca cuyos libros están escritos en cirílico. hacen bien.


el kremlim es un conjunto de edificios, monumentos y catedrales que se encuentran defendidos por unos muros que forman un recinto cerrado. es una especie de ciudad medieval vigilada por una docena de torres. la entrada al recinto son 350 rublos, además de otros 100 que tengo que pagar a la consigna porque no permiten entrar con mochilas. está lleno de turistas, muy lleno de turistas. por todo el recinto se ven excursiones completas oyendo al guía de turno. españoles, italianos, japoneses, estadounidenses... las hay de todas las nacionalidades. también hay rusos, pero estos van por libre. el recorrido no tiene demasiado interés. las catedrales están mal conservadas y no despiertan mi entusiasmo precisamente. después de haber visto la catedral de burgos, la de viena o la de toledo, estos modestos edificios pueden resultar un poco sosos a ojos de un neófito como yo. los jardines sí me parecen extraordinarios, y paso la mayor parte el tiempo paseando por ellos y haciendo algunas fotos. cuando decido que ya he amortizado los 10 pavos que me he gastado, me dirijo a la plaza roja, que es realmente el lugar que quiero ver. en unos minutos estoy allí.


la primera impresión que me llevo al ver la plaza, o mejor dijera los alrededores de la misma, es una gran decepción. nunca he sido un gran seguidor de la historia de la unión soviética, pero siempre he tenido un concepto romántico de la plaza roja. llegar allí y ver el famoso macdonald's, ver gente vendiendo globos de colores y tener que aguantar los empujones de un montón de tipos con camisetas estrambóticas y gorras de bonitos colores hace que se me caiga el mito a los pies. en cualquier caso, trato de mantener el optimismo porque, al fin y al cabo, yo soy uno de ellos. probablemente, detrás de mí vendrá algún tipo al que le resulte decepcionante ver la plaza roja llena de gente con mochilas y chanclas. trato de aislarme, de hacer como que no hay nadie más que yo por allí, y me centro en disfrutar de los magníficos edificios que rodean la plaza.


después de guardar una inútil cola de casi una hora (la cola no era para entrar a la plaza como pensaba, sino para visitar el mausoleo de lenin, donde no me dejaron entrar por llevar la cámara de fotos en el bolsillo, etcétera), al fin accedo al recinto. al fondo, la catedral de san basilio, probablemente la postal más típica de moscú (el tetris ha tenido mucho que ver en ello, al menos para cierta generación). paseo un rato, aunque el cielo se ha despejado y el calor aprieta.


tengo que volver a la consigna (tuve que dejar la mochila cuando estaba en la cola de la entrada al mauselo) porque la cierran a las 16_00h, y lo que me hacía falta a mi es tener que quedarme un día más en moscú para recoger la mochila. con algunas horas por delante, un calor apreciable y los pies ya cansados, decido hacer un poco de turismo barato y subterráneo: me voy al metro. mientras busco una parada paseo por las calles de la ciudad. me he salido de la zona turística, ya hora estoy en una zona comercial. anchas calles, muchas tiendas, buenos coches. entro en un centro comercial con idea de refrescarme un rato. a falta de un idioma, una cultura o una forma de pensar (gracia al cielo), probablemente sean los centros comerciales los únicos elementos comunes a todos los países del mundo. además de combatir el calor durante un rato, aprovecho para comprar unos pantalones que puedan darle un relevo a los que llevo desde que salí, y qué sólo he podido lavaar una vez desde entonces (al no tener recambio no puedo permitirme andar lavándolo cada semana o tendría que salir a la calle en calzoncillos o vestido de mujer). allí estoy yo, en la capital del mundo comunista, en un centro comercial comprando unos pantalones en una tienda de marca americana. cosas veredes.


el billete cuesta exactamente 22 rublos (unos 50 céntimos de euro) y me permite moverme por todas las estaciones de la capital. por supuesto, no puedo ir a todas, son demasiadas. no tengo ni idea de cuáles son las más bonitas, así que tendré que elegir al azar. por comodidad, decido hacer una línea completa, de la primera a la última. la candidata ideal es la línea marrón, la circular. tiene una 12 paradas, suficientes para una tarde. me voy bajando en cada una de ellas. el mecanismo siempre es el mismo: voy en el último vagón. cuando llega a la estación me bajo y me hago un poco el sueco para la que gente se vaya dispersando. luego, localizo al guardia que se encarga de evitar que se hagan fotos y espero a que esté de espaldas o, en definitiva, me tenga fuera de su vigilancia. entonces saco hago algunas fotos o grabo un trocito de video. me llevó tres paradas depurar el sistema, pero me sirve. algunas paradas, las más grandes, tienen más de un guarda, así que soy cazado en alguna ocasión y me quedo sin fotos. de las 12, sólo un par de ellas son realmente espectaculares. el resto son bonitas, pero a base de verlas pierden el factor sorpresa, y con él, la mayor parte del encanto. no obstante, el resumen, me alegro de haber hecho el tour, aún con la sospecha de que no he dado con las paradas realmente impresionantes. probablemente pude haberlo consultado por internet, pero entonces ya sería otro tipo de viaje, no sería el mío.


son casi las siete de la tarde y doy por concluido mi paseo. mi tren sale a las 22_30h, pero quiero descansar un poco, darme una ducha y cenar algo. el realidad debí dejar el hostel a las 12_00h, pero mi mochila sigue allí. por lo general, ningún hostel tiene incoveniente de que sigas por allí el día del checkout. se conforman con que dejes libre la cama para que pueda asignársela a otro huesped. tengo que aprovechar que tengo una base de operaciones, porque en los días que vienen dormiré en tren. cuando no tienes un sitio donde tomar un café, darte una ducha o dejar la mochila, los días se hacen muy largos. mucha espera de tren, mucho cansancio acumulado.

ceno temprano y a las 21_30h, casi una hora y media antes de que salga mi tren (finalmente es a las 22_50h) salgo del hostel con mis mochilas como únicas compañeras de viaje. no tengo la menor sospecha de que estoy a punto de meter la gamba hasta el fondo.

4 comentarios:

Sergio dijo...

Muy chulas las fotos,oye ¿te has encotrado por alli a la rusa?

UN ABRAZO

Julia dijo...

Bueno, tú quieres ir a la plaza roja en agosto y no encontrar turistas. Perdón, para ti era julio. Pues eso.
Un beso.

Bachiller dijo...

Un día de turisteo, ya se echaba en falta.

Andrés dijo...

Te has llevado el quesito marrón! la estatua a la entrada de la biblioteca es Dostoievski! :)

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